Vídeo sobre el poema Quemazón, escrito hace unos meses, que incita a atrevernos, a avanzar, a vivir la vida, porque la vida es para vivirla. Calma. Respiración. Aceptación. Valentía.
Si queréis leer el poema completo aquí tenéis el enlace: ir al poema
Quemazón habló a los testigos, muchos eran sus hijos. “He visto a mis enemigos y a veces he perdido, ¿Pero hay diferencia entre enemigo y amigo o es solo como yo percibo?
La vida es un continúo, es hora de pedir perdón y del olvido; de ser uno y mirar en conjunto; de conminar culpas y disolver arrugas.
La vida es solo una aunque hay muchas, goza de la sutileza que te da la belleza. Una percepción de nobleza que aniquila la pereza.
Hay un enorme fulcro principio de lo mucho que se rotula en múltiplos, aunque todos son únicos.
Eso es la materia y sobre todo la vivencia, no principio de inercia sino de inocencia. Porque tú eres y tú puedes.
Miles de acciones en diferentes vocaciones para componer un arabesco que definió un arquitecto.
Eres parte de este juego porque eres entero, y eres eterno. un singular elemento de este quinto sueño. Tú lo compones con todos tus dones, trasciende tu pronombre y fúndete con el orbe. Eres uno y muchos, No hay nada tuyo.
Y Quemazón se disolvió con sus faltas y sus testigos. No había nada ambiguo, no había enemigos.
Estaba vivo junto a sus hijos con un brillo incoativo que vibraba desde el inicio.
Y había trozos de mí repartidos por la tierra, una cabeza, un hombro, una mano, una pierna. Todos repartidos descuartizados. Estaba roto, perdido en el llanto, un llanto que no llegaba, un llanto quebrado.
Un llanto oscurantista, un llanto esquivo a la vista, un llanto desmesurado; un llanto mutilado.
Una cascada malnutrida de lágrima insípida, un torrente maloliente que se deshacía astringente.
Y quise mirarlo, incluso condenarlo, quise ponerle hebras para salir de las tinieblas.
Pero aquel llanto era confuso diluido por el orgullo. Era la cara del moribundo y del que está desnudo.
E intenté recoger mis pedazos del abdomen a los brazos, solo había retazos y deshechos aciagos.
Pero el llanto estaba esperando como una larva, como un canto profano, un ruego del que va caminando y se ha perdido en el ensayo. Una esquizofrenia absorta en el mal trago.
Pero me detuve a escucharlo: “Ya no estás condenado, eres libre del anonimato, alza tu voz con fuerza y descaro. Grita y grita por los cuatro costados: soy el verbo lleno de significado.
Ya no estoy varado ni estoy mutilado, los siglos son ya cosa del pasado.
Tengo otros rasgos, y sé de lo que hablo.”
Y miré a los astros y recogí mis pedazos, Estaban todos arrejuntados, como un verso suelto, un único cuerpo de poeta de terciopelo. Por fin alzaba el vuelo
“Yo sueño, yo sueño, ya no estoy muerto, es el momento.”
Y el llanto salió abrupto, muy desde dentro, de lo más profundo. Ya no se contuvo. Se liberaba el injerto para ver todo el conjunto.
El signo de Piscis canturreaba realidades que eran duales. Dos grandes señales que hablaban en manantiales.
“Soy Hermes, hijo del claroscuro, nacido del conjuro y de todo lo absoluto.”
“Y yo soy Era, diosa de la diadema que habla de la pureza y de las estratagemas.»
Y se unieron, y se dieron la mano, casi por un año para unir su destino entre ramas de corintio.
Y recorrieron los planos, desde lo mundano, hasta lo más alto, para llegar al ecosistema de todas las respuestas.
“No hay diferencia, ni tan siquiera pequeña. Nada no es lo que se piensa”; cantó Zeus con indiferencia
“Volved al mundo y sed uno; un gran conjunto, donde no hay excusas ni verdades de perogrullo.”
Y volaron en una cometa hasta llegar a la tierra donde no había separaciones, ni credos, ni naciones.
Solo una gran aldea, llena de acentos, y personas longevas.
Gracias a Modman por la foto
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