Macareno, el camello
Y vi un camello
que andaba por el desierto,
se llamaba Macareno
y era un poco aventurero.
Portaba dos jorobas,
repletas a todas horas,
dos grandes cantimploras
que eran como alforjas.
Se dirigía a Tebas,
más allá de la Meca
para acudir a una fiesta
llena de cometas y estrellas
vestidos todos de etiqueta.
Allí conocería a Yosihba
emperatriz de la ciudad amarilla,
del reino de los tres soles
y del canto monocorde.
Y se detuvo en medio de la noche
a divisar el orbe,
contenía caricias de oboe
y destellos color ocre.
Y entonces le habló el silencio
a través del firmamento:
“Macareno, Macareno
eres bello
por fuera y por dentro.
Mira el terreno
que ya no hay desierto.
Es todo ornamento
y colorido estruendo.
Al fondo hay un lago
que nace de abajo;
es luminoso y calmo.”
Y Macareno cogió carrerilla
para llegar a la orilla;
y allí vio sus mil vidas
y otras tantas escondidas;
comprendió por entero la dicha
del que ya no olvida.
Sentía las caricias
del agua de las marismas.
Gracias a Wphoto por la foto.