Y cambió el mundo
Y despertó de un sueño
largo y profundo
que había durado toda la noche
o tan solo un minuto.
Y cambió el mundo;
tal y como lo conocíamos,
se había vestido de luto.
Sin previo aviso;
sin un último saludo.
No más excusas,
no más bulos.
Este es el momento
o no habría ninguno.
Se había vuelto frío,
se había vuelto duro.
Y todas las almas se agolpaban
frente a un muro
que rodeaba una cadena
hecha de oro puro;
tan reluciente e intensa
como el telurio.
Y se abrió una compuerta
que bajaba al inframundo
con una pared llena de moscas
que estaba hecha de estuco.
Y allí bajaron muchos
en busca de un susurro
para salir de dudas
y poner luz en lo oscuro.
“Exigimos una explicación”
gritó de pronto el vulgo.
“Esto no hay quien lo aguante
¿Por qué nos trata como vagabundos?”
“Si estábamos muy tranquilos,
estábamos cada uno en lo suyo.
Sin molestar a nadie
todos aquí muy pulcros.”
“Y ahora vienes hablarnos
del saber profundo,
de miradas inertes
y otros falsos conjuros.”
“¿Para qué tanto lío,
para qué este negro humo,
ahora quieres cambiarlo todo
justo antes del crepúsculo?
“No hay otra forma,
es hora de deshacer el nudo,
de acabar con la maquinaciones
de este falso culto,
de deshacer las mentiras
que engordan el orgullo.
Es hora para dar el salto,
es hora para estar todos juntos
y mirar de lleno
muy adentro del muro.
Y nos daremos las manos
y seremos más justos,
y miraremos a la tierra
como si solo fuéramos uno.
Y el verde repoblará,
se acabará el ayuno,
estaremos todos saltando
sin ser unos reclusos.
Y las flores renacerán
al igual que los arbustos
y los pájaros volaran
dejando pequeños surcos.
Ya nada nos detendrá
en este nuevo impulso,
en este brote de aire fresco
que oxigenará el mundo.”
Poemas y emociones de cuarentena III
Gracias a WikiImages por la foto