Nuevo episodio de Paseos Primitivos. Monográfico sobre la mecánica cuántica con mucha improvisación y una gran intervención de Paulino. Programa alocado donde hablamos con físicos célebres del siglo XX, el gato cuántico y nos encontramos con el otro «Yo». Todo muy absúrdico y surrealista. No faltarán las anécdotas paralizantes, la pregunta existencia o el ejercicio sintético y primitivo.
Y si queréis compartir una anécdota paralizante, hacernos una pregunta existencial o escribirnos algún comentario podéis hacerlo siguiente email: cantosprimitivos@gmail.com
Tercer episodio de Paseos Primitivos donde nos adentramos en el pecado original, el impacto de la manzana en toda la vida, buscamos a la Madre Universal y recreamos momentos de la vida de Isaac Newton y Gottfried Leibniz. Cargado de absrudez, metafísica, surrealismo, con sus anécdotas paralizantes, filosofaciones, ejercicio sintético , poesía inmersiva y la pregunta existencial.
Juan Pablo el Sastre contaba el relato de existencia que rondaba por su cabeza: que si era efímera… que si era esquiva… que si llegaba a cansarte hasta hacerte cadáver… pues todo era vacío y completamente anodino…
Y así zurcía su hilo ante semejante descosido para coserse un chaleco divino de lustrosa seda y hilo que ponerse los domingos antes de ver a Dionisio.
Pero lo que no sospechaba es que sería testigo de lo inabarcable y positivo, todo un sinsentido más allá del raciocinio, en medio de aquella amalgama que superaba la nada.
Y sintió nauseas… Y siguió tejiendo ante aquel remiendo que sacudía el ingenio. Las palabras tropezaban en el hiato de los milenios y la boca se empequeñecía ante el final de la desdicha.
No había criatura ni contorno ni figura, perdida la mirada objetiva en las paredes de la alquimia ¿Moriría la filosofía en el recodo de la alegoría? ¿Cómo explicar un pensamiento en el espectro de lo quieto?
Y siguió tejiendo y tejiendo, ya no un chaleco sino un americana y un pantalón de feltro.
No había entierro ni se fingía ya muerto, el hilo traspasaba el cuerpo. Había zurcido con esmero un alegato de queroseno que derretía el tiempo.
Ya no había nausea había encontrado la causa que le vestiría de letanía en las mañanas vespertinas, un flujo de evidencias en las estrías del galimatías.
Y nada más despertar corriendo se fue a buscar a Simone al Bulevar. Por el Sena pasearían el resto de sus vidas. Un torrente de alegría en la mirada parisina, una fábula modista de tejido existencialista.
Muchas por la foto a 12019
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