El gato mágico
Hay un gato
cerca de la puerta
que no tiene silueta,
que parece una mofeta,
por su olor a croqueta,
por todas sus rabietas.
Y da vueltas y vueltas
por el porche y la moqueta;
y hace una pirueta,
y enseña las muelas,
y salta por la ventana
para hacer que vuela.
Y se lo llevan los vientos
que vienen de Noruega
hacia una gata fiesta
llena de felicinos y gatuelas.
Y toma la otra puerta
que va hacia las estrellas
y ve su futuro
hace ya décadas.
Cuando era un asceta
en medio de la tormenta
que contenía la respiración
con mucha, mucha fuerza.
Y se puso azul
y luego violeta
hasta tener las manos
dentro de la tierra.
Y volvió a respirar
tras toda esa espera
pasando por el Olimpo
y por el universo azteca.
Y vuelve a lo gatuno
y encuentra su gata coqueta
que baja por una escalera
moviendo su colita
sin prisa y por fuera.
Y es tan risueña
casi como una fresa
y le ofrece leche fresca
y besos en hileras.
Y entonces le pregunta:
¿Por qué no me ves?
¿Por qué no me esperas?
¿A qué tanta impaciencia?
No ves para todo
hay una respuesta
y que mi nariz
no está hueca.
Y ella le contesta
entre lenguas extranjeras:
dame la mano,
gatueco artista
no tengamos tanta prisa
en disfrutar de la brisa.
Porque viene de Siria
y también de Nambia
y sabe a especias
nacidas en el India
Porque sabe a leche materna
y a salsa de pescadilla,
es como una cazuela
que te llena la barriga
Y él se atusa los bigotes
y le saca la lengua
y viven mil aventuras
y quinientas epopeyas.
Gracias a rauschenberger por la foto