Me encontré con Madre Tierra
Y vi a Madre Tierra
a través de la pradera,
entre toda la maleza
y en medio de la selva.
Y era tan bella,
con sus rasgos de piedra
y sus surcos de madera
y todos esos encajes
que estaban hechos de hierba.
Y llegué hasta sus caderas
que habían alumbrado el mundo
con un gemido agudo
y ahora desataban los nudos.
Y me extendió una mano
en forma de lago
que olía un poco a barro.
“Has venido, por fin.
Te he estado esperando
durante un par de años.
Ahora que ya nos vemos
deberías estar contento,
has roto tu credo
y aceptado lo concreto,
todo lo que tiene forma
y lo que se da ahora.»
“Pero tengo miedo
a lo incierto,
a lo que inicia el movimiento
y sale de dentro.”
Y me susurró al oído
un canto primitivo
de poder amarillo
para andar el camino
y abrazar mi destino.
“Yo en ti, confío.
Me eres tan querido
como todos mis hijos.
Por eso os cuido
y os doy abrigo.”
Y abrió sus entrañas
y me mostró su corazón olivo
de un verde calipso.
¡Tenía tanto cariño!
Un gran río compasivo
que te llenaba de estío,
de brío y mucho poderío.
Gracias a Quingbao Meng por la foto
¡Gracias Madre Tierra!