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Etiqueta: montaña

La carrera del erizo y la rana

La carrera del erizo y la rana

Un erizo y una rana
subían por una montaña,
en una especie de competición
para ver quién era el mejor.

El erizo se llamaba Rogelio
y contaba la vida en sexenios,
la rana se llamaba Aurelia
y tenía robustas las piernas.

Al principio de la carrera
se habían sacado la lengua,
no podía haber tregua,
ni otra cara de la moneda
porque solo uno de los dos
cruzaría primero la meta.

Habían competido en lagos,
montes y desfiladeros
pero ya no querían enredos,
se apostaban el mundo entero.

Rogelio jadeaba en su pendiente
mientras enseñaba los dientes
y Aurelia escupía en el camino
espoleada por los anfibios.
Pero los dos iban muy parejos,
ambos se hacían de espejo.

Y en esto habló la montaña
de nombre Maximiliana,
toda una señora empedrada
de maneras alsacianas.

“No hay competición,
ni tampoco ganador
solo una gran carrera
que puede ganar cualquiera.

No os perdáis en la disputa,
ni en toda esta locura,
dad zancadas con bravura
y saltos de altura.

Pues ya no habrá duda,
ni tampoco calumnia,
solo velocidad
en máxima punta.”

Y Rogelio perdió sus pinchos,
Aurelia su humor esquivo
y los dos se juntaron en la meta
para irse en motocicleta;
y así se hicieron muchas parejas
tras finalizar la carrera.

Erizo y rana en la carrera

Gracias a Oldiefan y a Alexa_fotos por las fotos

La anciana y el monje

La anciana y el monje

Y se levantó una anciana
en medio de la noche
con una bata blanca
y un brillante broche.

Y andaba por los pasillos
y no veía a nadie
todos estaban ocultos
tras las ráfagas de aire.
Y salió al porche
y miró al norte
y al quitarse las gafas
pudo ver un nuevo orden.

Estaba escrito en un idioma
levantado con nuevos renglones,
palabras desconocidas
para casi todos los traductores.
Así que fue en busca del monje
mitad escribano, mitad sacerdote.
Y anduvo por los desiertos
que cercaban el horizonte,
por las lagunas de la madre
y por la psique del hombre.

Hasta que llegó a la montaña
donde dormitaba el monje
cantando todos sus sueños
desde el núcleo del vórtice.
Y la anciana se le acercó
y le susurró su nombre
y el monje se levantó
a recitar sus oraciones:

“No hay secreto
para un esquizoide
pues bebe de la dupla
y de lo informe,
de todos los significados
que hay en el orbe,
y siente muy adentro
donde nadie se esconde.

Por eso levanta la mirada
Anciana, es lo acorde
y da un paso
al nuevo mundo post mortem.
Allí están todas las almas
en silencio conforme
esperando su momento,
esperando sus peticiones.

Y todo se moverá
como hace eones
cuando éramos gases
y otros vapores.
Y habrá fuegos
y también anticiclones
para mover la mente
de los más jóvenes,
de los que están por venir
y aún no conoces.
Ya están llegando
de las manos de los dioses
cuidados como niños
que aún no tienen yoes.

Y el mundo cambiará
guiado por sus voces,
por toda su sabiduría
que nace de las constelaciones.

Y todo el planeta sonreirá,
emergerán los caracoles
para traer la luz de sol
que mencionaban los renglones.

Emociones de cuarentena IV

Gracias a jarmoluk por la foto

La montaña y el pájaro

La montaña y el pájaro

Las montañas se movieron
y los lagos se secaron
pues no había aves más allá del altiplano,
aquellas que volaban en redondo
con las alas amarillas
y los picos apagados.

Aves que gritaban al unísono
a las flores de verano
delirios de tormenta
y cantos de colapso.

Pero el torrente de un gran mazo
corrió por la cordillera,
tan ancho como un canario,
para beber de las lomas
su brebaje dromedario.

Y allí entre el verde
y los cantos
se originó un gran pájaro,
con forma de montaña
y un color terráqueo,
que se hizo tan grande
como un cisne alado.
y voló por los mundos
para conocer los astros.

Y bailó entre agujeros negros
y otros enigmas ingrávidos,
llegando la límite de los mundos
donde estaba el venerado.

Y este le preguntó,
nimio y parco:
“¿Por qué has tardado tanto?
¿Todo este tiempo,
dónde has estado?”

“He recorrido galaxias,
he visto milagros
pero sigo sin entender
este plan macabro.”

“No hay nada que entender,
mi querido pájaro.
Sólo has de volver
a donde todo fue empezado.

Al confín de los mundos,
al origen lejano,
donde el tiempo se para
en el arco de Sagitario.

Allí las aves beben
y todos los montes son sagrados,
acariciados por lombrices,
pulgas y lagartos.

No temas pues es el amor
el que recubre el kaos,
y aunque no lo entiendas
nada de esto es vano.

Abre tu pecho,
expira cada palmo.
Pues en esta obra majestuosa
todos tocamos el órgano.”

Y el pájaro asintió,
ya no quedaba reclamo.
Sólo podía creer
y continuar volando.

Y así lo hizo
por milenios milenarios,
épocas de especies
y de otros tantos.

Y al fin volvió a la tierra,
tras muchos, muchos años.
Vestido con plumas verdes
como un jilguero bravo.

Y clavó sus patas en Pangea,
allá donde todo fue narrado,
susurrando a los vientos
plantado como el Kilimanjaro.

Y cuando mira al cielo
y se acuerda del sabio,
canta a los monzones
leyendas de grajo
sobre lagos azules
y montes sagrados,
que están flotando
detrás del páramo.

Donde están los gamos
y los animales pardos.
Aquellos que fueron creados
por un soplo primario;
nada más acabar la primavera,
nada más llegar el verano.

Gracias a skeeze por la foto

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