Ajedrez
Y me comieron un peón
que me generó desazón,
cuando quería hacer mella
en la enemiga fortaleza.
Había perdido un cabezón
que en medio del estertor
gritaba en su recuadro bicolor:
“Yo no quería esta distinción
de tan ambiguo color;
quería ser amigo de los caballos
y de todos los establos.
De los diagonales alfiles
con todos sus deslices;
y del rey y la reina;
más allá de sus estratagemas.
Pero aquí me hallo,
en medio del asalto
del último cuadrado.
Realmente no había batalla
ni gambito de dama,
una gran contienda
repleta de extrañezas.
Es todo un juego
donde gana el ego.
No hay blanco o negro
si es todo un sueño,
ni tampoco enroque
pues es cuestión de enfoque.
Ahora no estoy muriendo,
¿Cómo podría si
no tengo cuerpo?
Y volví al tablero
que era multicolor,
no había torre
ni peón,
solo diversión,
en un gran juego
que me hacía
de espejo.
Gracias a Rodrigo Perez por la foto