El mastín y el miedo
Y miré a la ventana verde
que estaba oculta en el cielo
donde nacían todas las sombras
y todos los riachuelos;
lloraban en la penumbra
como pequeños mochuelos,
todos ocultos en el diafragma
que tenía siete velos.
Era un camino de esmeraldas
lleno de brillantes y terciopelo
que tenía pepitas de oro
enredadas en mi pecho.
Y me hundí en el pozo
del perdido invierno
donde había un mastín
que representaba el miedo.
Tenía ojos grandes
y garras de perrero
y un hedor menguante
que olía incienso.
Y me empujó hasta
tirarme al suelo
para enseñarme las señales
del inminente advenimiento.
“No te ocultes más
y no seas traicionero,
abre ya la mano
y estira los dedos.
Que todo el trabajo
ya está hecho
y lo único que te detiene
es este miedo varado
entre el segundo acto
y el tercero.
¿No ves que no soy un perro,
solo una imagen
que se derrite en el espejo?
Anda ya a la trompetas
que escupen fuego
donde cantan los poetas
y viven los eternos,
donde no hay mentiras,
ni tampoco silencios;
solo un gran magma
que forman los anhelos.»
“… Y no te olvides de ella
que vive cerca del cielo
donde se juntan los colores
del verde y del te quiero…“
Gracias a Jan Steiner por la foto