La carrera del erizo y la rana
Un erizo y una rana
subían por una montaña,
en una especie de competición
para ver quién era el mejor.
El erizo se llamaba Rogelio
y contaba la vida en sexenios,
la rana se llamaba Aurelia
y tenía robustas las piernas.
Al principio de la carrera
se habían sacado la lengua,
no podía haber tregua,
ni otra cara de la moneda
porque solo uno de los dos
cruzaría primero la meta.
Habían competido en lagos,
montes y desfiladeros
pero ya no querían enredos,
se apostaban el mundo entero.
Rogelio jadeaba en su pendiente
mientras enseñaba los dientes
y Aurelia escupía en el camino
espoleada por los anfibios.
Pero los dos iban muy parejos,
ambos se hacían de espejo.
Y en esto habló la montaña
de nombre Maximiliana,
toda una señora empedrada
de maneras alsacianas.
“No hay competición,
ni tampoco ganador
solo una gran carrera
que puede ganar cualquiera.
No os perdáis en la disputa,
ni en toda esta locura,
dad zancadas con bravura
y saltos de altura.
Pues ya no habrá duda,
ni tampoco calumnia,
solo velocidad
en máxima punta.”
Y Rogelio perdió sus pinchos,
Aurelia su humor esquivo
y los dos se juntaron en la meta
para irse en motocicleta;
y así se hicieron muchas parejas
tras finalizar la carrera.
Gracias a Oldiefan y a Alexa_fotos por las fotos