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Etiqueta: árboles

La confitera

La confitera

Y alcé la vista
y allí la vi
vestida de vainilla
con un chal de caramelo
y pendientes de guindas.

Me traía un regalo,
una promesa hecha de brisa
sobre todo el futuro
que bailaba en una cornisa;
una balada divina
de nueces y mandarinas
con un poco de nata
y jugo de almíbar.

Por fin la veía,
era mi amiga
durante muchos siglos
y tantas y tantas vidas.
Una confitera
que jugaba a la alquimia
entre los árboles frutales
y las palabras exquisitas.

Y puso ante mí
un contrato sabor sandía
lleno de posibilidades
y sin ninguna pepita.
Era el momento de la firma,
la cita definitiva
con un mantel de cuadros
y pasteles de mantequilla.

La voz de los artistas
de las letras y la fantasía,
un bizcocho de helado,
mango y harina.

Y allí delante puede
ver toda mi vida,
todos los entreactos
que se daban en la cocina.
Mientras el horno
movía su ruedecilla
y en la sartén
saltaban las torrijas.

Por fin había encontrado
a mi confitera amiga
que podría mis recetas
en todas las librerías.

Gracias a Muneer ahmed por la foto

La doncella del infinito

La doncella del infinito

Te veo en los confines de la tierra
más allá de las sombras
donde las verdades son inciertas
y apenas hay zozobra.

No son los ojos los que miran
ni las manos las que tocan,
en todo hay una neblina
que enmudece a la roca.
Y se quedan frías las montañas
y helados los lagos;
pues es inmensa la pestaña
que concibe colores claros,
esos que descomponen los ojos
y allanan la mirada
hasta que se pone roja
y del todo invertebrada.

Y ando por un campo de luces
con caminos apagados
todo cubierto de hules
y de chopos dorados.

Y estás allí en medio, dubitativa,
pensando en las musarañas,
desnuda como el primer día
y rebuscando entre las palabras.

Y hablas con los árboles
y buscas sus respuestas
más allá del ágape
cuando tu piel era morena.

Y extiendes un dedo
con una actitud lisonjera
que hace cosquillas a los cerezos
y a toda la arboleda.

Y la risotada se propaga por la hierba
y por un plano de la estratosfera,
en un mundo donde no hay capas
ni tampoco enredaderas.

¿Buscas, doncella del infinito
una pregunta en medio del átomo,
tan pequeña como una mota
que te conecte con el páramo?

¿Buscas, incandescente doncella,
esa pregunta certera,
que contenga todas las respuestas
debajo de las cortezas?

Mira entonces en medio de la noche,
allí donde se acaba el orden,
donde se acuestan los soles
y enmudece la materia.

Y pregúntate de una y mil formas,
con esa sonrisa tuya traviesa,
qué tiene tanta gracia
y se oculta tras las piedras.

Gracias a cmolens por la foto

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