La confitera
Y alcé la vista
y allí la vi
vestida de vainilla
con un chal de caramelo
y pendientes de guindas.
Me traía un regalo,
una promesa hecha de brisa
sobre todo el futuro
que bailaba en una cornisa;
una balada divina
de nueces y mandarinas
con un poco de nata
y jugo de almíbar.
Por fin la veía,
era mi amiga
durante muchos siglos
y tantas y tantas vidas.
Una confitera
que jugaba a la alquimia
entre los árboles frutales
y las palabras exquisitas.
Y puso ante mí
un contrato sabor sandía
lleno de posibilidades
y sin ninguna pepita.
Era el momento de la firma,
la cita definitiva
con un mantel de cuadros
y pasteles de mantequilla.
La voz de los artistas
de las letras y la fantasía,
un bizcocho de helado,
mango y harina.
Y allí delante puede
ver toda mi vida,
todos los entreactos
que se daban en la cocina.
Mientras el horno
movía su ruedecilla
y en la sartén
saltaban las torrijas.
Por fin había encontrado
a mi confitera amiga
que podría mis recetas
en todas las librerías.
Gracias a Muneer ahmed por la foto