El dilema de Angelito
PARTE I
Luchaba contra dragones
entre castillos y torreones,
y cerca de la montaña
contra los malditos espectros de Fara,
que me atacaban con sus aguijones
y con aquellos sanguinarios gorriones,
que tenían mucha mala baba
y feas pústulas en la cara…
Pero todo cambió en un traspiés,
con una desafortunada postura,
que me hizo caer de la cama
para magullarme el torso y la espalda.
Y allí frente al espejo
solo veía un brote bermejo
que emanaba de mi pecho.
Entonces fruncí el cejo
y dejé mis juegos por completo,
incluso fuí a pedir consejo
hasta al Bar del tío Anselmo;
un viejo funesto,
además de sabio y poseso,
hechizado por un poder colérico.
Y allí le expliqué mis desventuras
y otras muchas escaramuzas
contra gigantes y brujas.
Incluso le enseñé la herida,
a ver si me suministraba cura,
pero el se mantuvo impertérrito
ante mis relatos y mis cuentos.
Y no por mi falta de bravura,
sino por mi elocuencia y locura,
hasta casi dejarme tieso
con su pánfilo decreto:
“Angelito ese rasguño tan pequeño
no admite duda,
vete corriendo al colegio
o te castigo hasta que seas viejo”
¡Menuda birria de precepto!
¿Y esa era toda la ayuda…?
¿Volver a ese centro de tortura?
Si aún me quedan batallas y luchas;
visitar a las hadas en la laguna
o conversar con elfos en la espesura.
Ni muerto.
Ni preso de la locura
vuelvo yo entre maestros;
esos druidas de altura,
con sus libros de texto
y sus relatos siniestros,
llenos de ecuaciones y teoremas,
amigos de microscopios y bacterias.
No,
pienso volar sobre el firmamento
y escuchar a las aves en concierto,
para coleccionar todas sus notas,
y meterlas en una bolsa
como si fueran piedras preciosas,
que abriré en el parque
para que todo el mundo se levanté.
PARTE II
Y una voz cercana…
“Angelito, Angelito,
guarda tu espada y tus conjuras,
pues del metal solo quedan balas,
que ahora se disparan entre la bruma,
muy lejos de las dunas.
Vuelve ya al colegio
y aprende a Pareto,
y las leyes de la estructura,
pues todos tus versos
y tus canciones de aleluya
suenan a otro tiempo.
Vuelve ya a las asignaturas,
no ves que todo está medido
y apenas hay holgura
para los relatos de héroes
y las batallas de los reyes.
No montes más en corceles,
sino quieres acabar entre bedeles,
o lavando platos
en el más oscuro anonimato.
Vuelve ya a la cordura
pues las aves ya no tienen plumas,
ni de la seda queda ya su ruta.
Aprende de economía y de aranceles,
y haz todos los días los deberes.
Asume que los colores han perdido su tono,
en los árboles ya no hay gnomos,
y apenas hay voces en el coro.
Es la piedra la que canta en solo
y la mano del hombre la que ha matado al ogro.”
Angelito, escuchaba perplejo
el discurso de su vecino Demetrio,
lleno de sortilegios y tonterías,
pues ya no miraba con catalejo,
tan solo como un necio.
Escapado lejos de la infancia
y de los tiempos de la magia,
de todos los duendes y los arpegios,
los hechiceros y los sueños.
“Miras la vida como un ciego,
y gruñes como un tuerto.
No hay mundo sin pares,
ni países sin dos ciudades.
No magia sin forma,
ni pinceles sin acuarelas;
no hay dragones sin princesas,
ni ingenieros sin presas.
¿Es el juego contrario al esfuerzo?
¿Y el movimiento enemigo de lo quieto?
Ponte mallas de nuevo Demetrio;
y enfúndate tu lira.
Entona esas sonatas divinas,
a tus clientes y carabinas,
que hace tiempo que olvidaste.
Ya guarda en el armario tu traje
y toca de nuevo al abordaje,
como cuando eras un pirata
o un corsario de los mares.
Vístete de guerrero de una antigua orden
y enfréntate de nuevo a dragones…
…que yo volveré al colegio,
con mi sabana de caballero,
para estudiar con esmero
las leyes de la magia y el intelecto,
con una calculadora en una mano
y una espada en la otra.”
Gracias a AlbersHeinemann por la foto.
FIN