El ratón Monseñor
Y del horizonte bajó un ratón
con chaleco y espuelas
al que todos llamaban Monseñor
por sus sagaces respuestas.
Larga era su lengua
y aún más sus ideas,
no había tregua
si dialéctica era la pelea.
Tal era su rigor,
tal era su destreza
que daba igual el tema
ya fuera Kórsakov
o la vida de Ana Bolena.
Pero estaba cansado
de tanta confrontación
y de tantas estratagemas.
Quería ver más allá de la razón
y debajo de los esquemas.
Así una noche bajó del balcón
y se fue por la arena
para ver al maestro Aquelón
de las letras y los fonemas.
Nada más verlo se deslumbró
por su reluciente estela
y pensó que era un dios
que lo convertiría en piedra.
Solo fue una emoción,
una duda pasajera
hasta que el maestro alzó la voz
y monseñor le vio las muelas:
“No tema, Monseñor, no tema.
De verdad, no hay dilema.
Solo buscas la visión
que trasciende los teoremas.
No hay prisión,
ni tampoco ratonera,
solo formas a la sazón
que danzan a tu vera.
Te parecerá una complicación
incluso una bagatela;
pero es como un doblón
entre mil monedas.
Solo mira el interior
y no tanto hacia fuera
y por fin verás el sol
junto a la luna llena.
Todo tiene una explicación,
todo tiene su cadencia,
pues no hay mayor posesión
que el tiempo y su inexistencia.”
Y allí quedó Monseñor
sentado en su presencia
mientras giraba el reloj
sin que se diera cuenta.
Y por fin se hizo mayor
y mucha fue su experiencia
cuando pudo mirar al sol
en toda su esencia.
Gracias a RolandKuck por la foto