Paseo por la sombra
Paseando iba por una pradera
cuando noté en mi alma mucha pena,
era quizás una persona ajena
o una mentira verdadera.
De esas que se guardan en la alacena,
bajo mas del mil condenas,
entre galeones y galeras,
allí donde duermen las sirenas
más a allá de las cavernas.
Pero me profirió una puñalada trapera,
por encima de la cadera;
un tajo de primera
de aquella mano puñetera.
Y yo me agarré la pechera
helado como una cubitera,
en esa noche de primavera
que se iba llenando de galernas.
Todo tembló…
Y entonces vi al nigromante
con su negro semblante,
lleno verdades inquietantes
y la mirada puesta en el alambre.
“¿Por qué me escondes bajo llave
y me haces pasar hambre?
¿No ves que esto es un nido de enjambres
que nunca evitará que te calmes?”
Yo no sabía que responder
pues ese ser se parecía a mí
o yo me parecía a él;
él con chaleco negro y yo carmesí.
“Ser negruzco y espeluznante
no sé que quiere que le hable,
prefiero que se mantenga distante
y me libere de este trance”
“Es sin duda objeto de la carne
morir por posible cuanto antes,
ya apenas te queda sangre
para ensuciar tan bonito traje.”
Y pareció reír durante largo periodo…
Y allí morí frente al arroyo
rebanado como un cerdo criollo,
cubierto de negro y rojo,
por haber mirado la vida solo con un ojo.