Navegando por
Etiqueta: forma

Me encontré con Madre Tierra

Me encontré con Madre Tierra

Y vi a Madre Tierra
a través de la pradera,
entre toda la maleza
y en medio de la selva.

Y era tan bella,
con sus rasgos de piedra
y sus surcos de madera
y todos esos encajes
que estaban hechos de hierba.

Y llegué hasta sus caderas
que habían alumbrado el mundo
con un gemido agudo
y ahora desataban los nudos.

Y me extendió una mano
en forma de lago
que olía un poco a barro.

“Has venido, por fin.
Te he estado esperando
durante un par de años.
Ahora que ya nos vemos
deberías estar contento,
has roto tu credo
y aceptado lo concreto,
todo lo que tiene forma
y lo que se da ahora.»

“Pero tengo miedo
a lo incierto,
a lo que inicia el movimiento
y sale de dentro.”

Y me susurró al oído
un canto primitivo
de poder amarillo
para andar el camino
y abrazar mi destino.

“Yo en ti, confío.
Me eres tan querido
como todos mis hijos.
Por eso os cuido
y os doy abrigo.”

Y abrió sus entrañas
y me mostró su corazón olivo
de un verde calipso.
¡Tenía tanto cariño!
Un gran río compasivo
que te llenaba de estío,
de brío y mucho poderío.

Gracias a Quingbao Meng por la foto

¡Gracias Madre Tierra!

El petardo

El petardo

Un petardo explosivo
se encontró con un mendigo,
de nombre Rodrigo,
y le preguntó un tanto aturdido:

“¿Y si hago explosión?
¿Y si por una vez me derrito?”

“Se te elevarán los sentidos
y perderás los remilgos.
No hay mejor forma
de conocer el infinito.”

“Pero tengo miedo
de quemarme en el destino
y de que no quede testigo
tras el último estallido”

“Eres un petardo,
y no amigo del sigilo.
Eres como el fuego fatuo
pero de bolsillo.

Así que haz estallar tu boom
y esparce el estruendo contigo,
hay mucha verdad
en ese fogoso sonido”

Y se bautizó como Piros
y sintió por fin alivio,
de verdad estaba vivo,
tenía carácter alcalino,
alma de encendedor antiguo.

Nada quemaba,
ni tampoco hacía frío,
solo veía una llama
de color prístino.

Y al fin lo hizo,
prendió su hilo;
y se esparció por el aire
bramando como un pellizco.

Gracias a StockSnap por la foto

Destello del cielo

Destello del cielo

Y vi entre las nubes un destello
rizado como un cabello,
una cuerda para subir al cielo
y discutir con los de arriba
el porqué de tanto trasiego.

¿Sería todo aquello una epifanía
o un soleado monasterio
donde los ángeles se amontonaban
juntitos hacia el centro?

Y me preguntaron :

“¿A que has subido muchachuelo,
a ver si de verdad hay sujeto,
si hay significado tras el soneto
o algo que luzca entre lo bello?

No solo hay cuerpo,
ni todo es pequeño
dentro, muy dentro
escondidos hay misterios.”

Y en esto se mostró Anselmo
tan longevo como inquieto
saltando de un lugar a otro
en los arrabales del viento.

Pero no quería escucharle,
quería seguir subiendo
y conocer la verdad
de este triángulo escaleno,
en el que cada peldaño
era uno de sus catetos,
una escalera hacia el cosmos
y hacia el último evento.

Luz de luces,
paradigma de advenimiento
que das cobijo a los ángeles
desde el comienzo.

Y la luz se desplegó
en el apogeo del destello
y me bajó a la tierra
para obtener consuelo.

Con la piedra, el asfalto,
donde todo tenía forma
y todo tenía peso.
Aquello que no comprendía
por ser un poco denso.

Y apareció la madre
con un lucido beso
guardado en la mejilla
desde hacía tiempo.
Y me miró profundo
como en un sueño,
en este relato terroso
que en verdad era un cuento.

<Gracias a la madre tierra
por su forma>

Gracias a Adriana Wojakowska por la foto.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies