Regalos y consciencia
Y crucé el decorado
que había tras los astros,
estaba lleno de regalos
lustrosos y dorados
y cantaban un estribillo
tan luminoso como el trigo:
“Estás llegando a la fuente
pero has de ser puente
entre lo omnisciente
y la gente corriente.
Todos somos lo mismo.
Pero hay que escuchar el silbido,
ese silencio primitivo
por donde todo ha venido;
ese que es la cueva
y la suma consciencia.
Un vacío antiguo
que no tiene enmienda
ni tampoco cadencia,
se escucha en la presencia
en esta coincidencia
que todo entremezcla.”
Las notas se repartían por mi oreja
junto con toda la clarividencia,
canción para los ascetas
y refugio de anacoretas;
veía la luz llegando a la tierra
como un cometa,
fulgor de la primera tecla
del sonido de la esencia
que cubría esta pequeña siesta.
Pues nos fuimos a dormir
antes de la incandescencia,
cuando no había estrellas
ni complicadas ideas
solo pertenencia
y sentido de existencia.
Pero la vida es experiencia
Así que tuvo lugar la explosión primera,
sobrevino la inercia
y con ella inconsciencia.
Se formaba la materia
llena de consistencia.
Pero la presencia
se buscaba con querencia,
entre eones y apagones,
entre cuásares y soles,
y tras animales y flores
por fin llegó al hombre.
Erguido sobre las dos piernas
al inicio de la primavera.
Un nuevo orden
que encontraba los albores.
Una nota distinta
que se escucha a así misma
y que rodea un mundo hecho trizas
pero solo en apariencia
de lo que no tiene consciencia,
pues debajo hay una pista
que te lleva a la música
de la realidad última.
Justo en este segundo
todo se escucha al unísono.
Y vi todos los regalos
que llegaban en un carro
con esfuerzo recolectados.
Y abracé los astros
que eran parte del decorado.
Gracias a ErikTange por la foto