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Etiqueta: viaje

Viaje interestelar

Viaje interestelar

Y me construí un cohete
con las herramientas del patio:
con una mecedora, un tobogán
una centrifugadora y un armario.
Y tomé carrerilla desde la colina
hasta al campanario
ante la atenta mirada
de mis amigos y del vicario.

Y me lancé en picado
y empecé a volar
por encima de los astros.

Y llegué hasta un planeta rosado
donde había aves a nado
que bebían fuego y escupían
sangre por los costados.
Y me sumergí entre espasmos
para poder palpar
todos esos cuerpos
cubiertos de plumas y escamados.
Eran como el Fénix,
atunes vestidos de ganso
que hablaban múltiples lenguas
desde el latín hasta el marciano.

Y les pregunté con sorna
en su idioma originario
¿Por qué buceáis y surcáis
a la vez el mar y el espacio?

“Porque hemos decidido,
hace ya periodos milenarios,
que es del todo arbitrario
preguntarnos si somos
aves o pescado,
criaturas de fuego o de acuario
¿Hay alguna respuesta
detrás de lo binario?
Ese es nuestro corolario.
Vuela y también
date un baño
y busca los límites
de este planeta rosado”

Así que me volví a mi cohete
un poco descolocado,
y encendí el motor
tras coger los mandos.
Y arranqué hacia la tierra
para volar a todo trapo,
saludando a las lunas
y al polvo estrellado
y cada uno de los huecos
que me iba encontrando.

Gracias a Pawel Czerwínski por la foto

Un monstruo debajo de la cama

Un monstruo debajo de la cama

Debajo de la cama hay un sonido que me atrapa,
debajo de la cama hay un gnomo que contiene el sol,
susurra y me pincha con sus zarpas;
podría ser elfo, una araña o un maldito troll.

Canta y canta hasta que la luz se levanta,
escondido bajo el somier como un faraón
y me cuenta leyendas de lo más extrañas
sobre el Olimpo, las Pléyades y Orión.

Y yo no pego ojo hasta que llega alba,
con ese monstruo tan solemne y tan tenor
que me confunde con todas esas cantatas,
su risa histriónica y su si be mol.

Ya le oigo entre el colchón y las patas
“No se duerma, no señor,
que hoy tocan cuentos y otras leyendas
sobre mil centauros y Quirón.”

Entonces se ríe el condenado:
“No, no entorne los párpados, por favor
que ahora viene el sueño magro
ese, que es mucosa de caracol.”

Y vuelo sobre cien pantanos
donde no hace frío, ni calor.
Una especie de lago cristalizado
más allá del último eslabón.

Y al amanecer miro debajo
de las sábanas y del colchón,
sin encontrar ni rastro,
ni una nota, del duende cantor.

El olvido ha jugado su mano
como un oscuro tejón,
pero es solo un amago
que retumba como un tambor.

De noche volverá el enano
con las estrellas bajo su voz,
para cantar a todas las soprano
que habitan tras el edredón.

Gracias JVAstudio por la foto

Poema de hace unos meses… que ha visto hoy su publicación.

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