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Etiqueta: dorados

Regalos y consciencia

Regalos y consciencia

Y crucé el decorado
que había tras los astros,
estaba lleno de regalos
lustrosos y dorados
y cantaban un estribillo
tan luminoso como el trigo:

“Estás llegando a la fuente
pero has de ser puente
entre lo omnisciente
y la gente corriente.
Todos somos lo mismo.
Pero hay que escuchar el silbido,
ese silencio primitivo
por donde todo ha venido;
ese que es la cueva
y la suma consciencia.
Un vacío antiguo
que no tiene enmienda
ni tampoco cadencia,
se escucha en la presencia
en esta coincidencia
que todo entremezcla.”

Las notas se repartían por mi oreja
junto con toda la clarividencia,
canción para los ascetas
y refugio de anacoretas;
veía la luz llegando a la tierra
como un cometa,
fulgor de la primera tecla
del sonido de la esencia
que cubría esta pequeña siesta.
Pues nos fuimos a dormir
antes de la incandescencia,
cuando no había estrellas
ni complicadas ideas
solo pertenencia
y sentido de existencia.

Pero la vida es experiencia
Así que tuvo lugar la explosión primera,
sobrevino la inercia
y con ella inconsciencia.
Se formaba la materia
llena de consistencia.
Pero la presencia
se buscaba con querencia,
entre eones y apagones,
entre cuásares y soles,
y tras animales y flores
por fin llegó al hombre.
Erguido sobre las dos piernas
al inicio de la primavera.
Un nuevo orden
que encontraba los albores.
Una nota distinta
que se escucha a así misma
y que rodea un mundo hecho trizas
pero solo en apariencia
de lo que no tiene consciencia,
pues debajo hay una pista
que te lleva a la música
de la realidad última.
Justo en este segundo
todo se escucha al unísono.

Y vi todos los regalos
que llegaban en un carro
con esfuerzo recolectados.
Y abracé los astros
que eran parte del decorado.

Gracias a ErikTange por la foto

La doncella del infinito

La doncella del infinito

Te veo en los confines de la tierra
más allá de las sombras
donde las verdades son inciertas
y apenas hay zozobra.

No son los ojos los que miran
ni las manos las que tocan,
en todo hay una neblina
que enmudece a la roca.
Y se quedan frías las montañas
y helados los lagos;
pues es inmensa la pestaña
que concibe colores claros,
esos que descomponen los ojos
y allanan la mirada
hasta que se pone roja
y del todo invertebrada.

Y ando por un campo de luces
con caminos apagados
todo cubierto de hules
y de chopos dorados.

Y estás allí en medio, dubitativa,
pensando en las musarañas,
desnuda como el primer día
y rebuscando entre las palabras.

Y hablas con los árboles
y buscas sus respuestas
más allá del ágape
cuando tu piel era morena.

Y extiendes un dedo
con una actitud lisonjera
que hace cosquillas a los cerezos
y a toda la arboleda.

Y la risotada se propaga por la hierba
y por un plano de la estratosfera,
en un mundo donde no hay capas
ni tampoco enredaderas.

¿Buscas, doncella del infinito
una pregunta en medio del átomo,
tan pequeña como una mota
que te conecte con el páramo?

¿Buscas, incandescente doncella,
esa pregunta certera,
que contenga todas las respuestas
debajo de las cortezas?

Mira entonces en medio de la noche,
allí donde se acaba el orden,
donde se acuestan los soles
y enmudece la materia.

Y pregúntate de una y mil formas,
con esa sonrisa tuya traviesa,
qué tiene tanta gracia
y se oculta tras las piedras.

Gracias a cmolens por la foto

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