Y vi una garrapata llamada Kasandra que juzgaba sentada todo lo que pasaba: “Por allá va una gata que tiene mala cara; por ahí un centauro un poco atolondrado”.
Hasta que apareció un rayo de color cobalto para hacer saltar a los Hados despistados:
“Somos solo uno pues no falta ninguno, solo hay un susurro pequeño y diminuto.
Pero somos tan grandes como un gigante; estamos en todas las células que parecen trémulas y en todas la cuerdas que cubren la materia.
Así fue al principio desde que éramos chiquitos pues todos somos padres y todos somos hijos.
Solo hay un hecho y es que estamos vivos”.
Y los juicios dejaron de ser ciertos y se perdieron en un mantra de queroseno.
Y la garrapata se hizo otra cosa; luz de vida en una gran pira. Y un gran destello en todo el firmamento.
Ya no había ni antes, ni luego, solo un susurro en pleno apogeo.
Y se levantó el gigante en medio de la tierra con una maza y una piedra y era imposible calmarle al observar tanto disparate. Así que empezó a andar por las calles con un gesto feo y voz grave para gritar a todos los maleantes: “Sois como los de antes de folclore y mucho parche pero si queréis arreglar esto no hay otra manera que ir a ver al venerable.”
“Ese ya no existe; se despistó hace muchos lances cuando la gente miraba al cielo y entraba en trance. Veían constelaciones y estrellas combándose que guardaban secretos y un mágico desenlace.”
“Pero ahora solo veo dinero un torrente infame de falsos compadres donde nadie es nadie.”
“Todo lo que tenía que decir el gran venerable ya lo dijo mucho antes, cuando había cuentos y también disfraces y no tanta tontería y tanto dislate.
¿Por qué va a escucharnos? ¿Por qué diantres? Si somos como un enjambre o unos muertos de hambre que solo miramos al cielo antes de que alguien la palme. ¿Por qué ahora la muerte? ¿Para qué este viaje? ¿Para qué tanto buscar si están ocultos los diamantes?”
¡Callad ya! gritó el gigante y torció aún más su semblante hasta que la boca se le hizo larga y se le quedó tirante.
«Mirad la pirámide y el valle donde están las escalinatas y donde están las espirales, donde están las bocanadas que se llenan de aire, donde están los hechiceros que antes fueron personajes, donde están las sílabas que se enredan en las vocales.
No hay forma y no hay mensaje. Es un sinfín de variedades; un conjunto de la mente del que todos somos parte. Desde los más pequeños a los más grandes, para dar forma al mundo y a todo este escaparate. Alarga tu mano y siente lo palpable ¿No ves que está hueco y no hay subjetividades?
Hazte a un lado y deja de golpearte, y recuerda los días que eran obras de arte, hace ya lustros, hace ya ni sabe, cuando corrían por la tierra miles y miles de gigantes.»
Emociones de Cuarentena I (Hace una semana)
Gracias a LoggaWiggler por la foto
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