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Etiqueta: lejos

El pájaro libre

El pájaro libre

Y me levanté en una rama
en medio de un arce
con todo el plumaje
de un pájaro salvaje.

Quería saltar al cielo
pero algo me retenía,
quizás era el miedo
a desplegar el vuelo,
al aleteo inquieto
y mirar todo desde lejos.

Y me encontré
con una golondrina
con alma de adivina,
plumas de varilla
y un pico que parecía
una larga cuchilla.

“Para qué te sirven las alas
si no sales de las ramas;
en el fondo son como palmas,
puedes azuzarlas y zarandearlas,
verás como no hay trabas,
solo el cielo abierto
que te espera a mil metros.»

Y salté al vacío
que contenía mi destino
mientras movía las alas
y graznaba con el pico.

El cielo se detuvo
y por fin vi los hilos
que envolvían mundos
tanto grandes como diminutos.

Era un manto fino
que me abrazaba con sigilo.
El ser del brillo
que me cantaba al oído
sonatas de lo perdido:

“No hay más periplo
que abrazar tu sino.
Es el único vuelo
y el único camino;
da igual seas padre
o seas hijo.»

Y seguí volando y volando
hacia el único sitio
hecho de cristales
y de piedras de mi destino.

Gracias a vasile_pralea por la foto

El bazar a lo lejos

El bazar a lo lejos

Y vi un bazar a lo lejos
en medio de un páramo
metido entre riscos
y entre hojas de cáñamo.
Y allí vivían unos seres extraños
que no tenía párpados
y veían la realidad en cuatro lados,
junto todo el mundo y sus vástagos
en archipiélagos concentrados
tan diminutos como un átomo.

E hicieron una poción
de color cobalto
con un sabor terroso
y caliente como un caldo.

Era el momento del fuego
del péndulo dorado
donde todas las sombras
se mostrarían por un rato;
para recordar al tártaro
o el infortunio inadecuado
con un mesías negruzco
que parecía chamuscado.

Pero no era tal,
solo una duda mísera
que se había petrificado,
dentro de un espejo
donde habitaba el villano
cerca de un espacio cóncavo
en la fauces de un hexágono;
un espacio multicolor
a punto de ser catapultado.

Solo había que dar un paso:

Y volé hacia el mercado,
hacia el bazar de los astros
donde estaban los dioses
y los seres sin párpados.
Todos allí aglomerados
haciendo predicciones
sobre rocas de alabastro;
desprendiendo especias
de un color jaspeado,
un aroma mágico
que recordaba al primer árbol.

Y allí lo vi plantado
robusto como antaño
sin nada separado.
Un magnífico Sálamo
que se manifestó un sábado
en una fiesta concéntrica
donde bailaban los humanos.

Gracias a Laurentiu Morariu por la foto

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