El Alfa y el Omega
El Alfa y el Omega
al parecer eran dos letras
como dos islas griegas,
ya bastante añejas,
que entraban en guerra
cuando discutían entre ellas.
“¿Por qué todo lo comentas?
¡Anda, Alfa esa sí que es buena!
¿Pero qué dices, Omega?,
protestaban en respuesta.»
Hasta que un día leyeron
un proverbio en una galleta:
«Si conoce lo que suena
y apenas parpadea
algo debe saber
de lo que alardea.»
Y una tarde se fueron de juerga
y perdieron algunos trazos
por darle mucho al vaso,
y por fin se hicieron caso
y se hablaron como en años.
“Yo te quiero, Omega
pues eres tan bella,
pero tienes que
liberarte de tu pena,
esa que te atenaza
desde que eres enana.»
«Y yo te quiero a ti, Alfa
desde antes del alba
y de que tuviéramos casa.
Tienes que librarte de tus miedos
y de todos tus tropiezos.
Ya no hay culpa,
ya no hay penuria;
solo un sol abierto
en mitad del cielo.
Y se dieron la mano
como dos renacuajos
y miraron al infinito
con ojos de corpiño
y allí vieron el inicio
sin ningún resquicio.
No había realidad envuelta,
ni ninguna cubierta,
solo un ser puro
repleto de bromuro.
Y le miraron los dos
con óvalos de bismuto
y se hicieron uno
dentro del conjuro.
Y estaba todo lo creado
y todo lo pensado,
realidades a pares
que bailaban en los mares.
Una energía traslúcida
que del todo era única.
Gracias a usuario 7854 por la foto