La tristeza
Tristeza desde dentro,
desde muy adentro,
donde no la huelo
y casi no la siento.
Pero se que está ahí.
Tiritando en su destierro,
esperando su momento.
Es como un injerto
cerca de mi pecho.
¿Hay para ti algún suero
o algún remedio?
Y me concentró en el cuerpo
para que me hable
y me susurré ese soneto
suyo que habla de los muertos.
Pero también habla de la pérdida,
del sofoco y del miedo
y de todos los reinos olvidados
más allá del can Cerbero.
Y lanzo una mano,
un grito negro
y por fin suelto;
no hay mugre
ni nada revuelto
solo una calma
que viene del centro.
¿Y dónde está el dolor;
donde está el sufrimiento?
“Se está deshaciendo”
dice una voz más allá
de mi cerebro,
donde el cosmos reverbera
notas de asueto.
«Tú suelta, es todo
una ilusión
del espíritu sereno;
que olvida que es un sueño
y se cree ese rostro
que hay tras el parpadeo.
Pero no, nada ha muerto;
es todo un juego
donde a veces nos perdemos.
Aún en el confín de los contornos
brilla con fuerza el afecto.
Así que suelta,
y mira dentro,
muy adentro,
y solloza
más allá de lo negro,
y del grito del perro;
y confía en la calma
de lo imperecedero.»
Gracias a milla-del-monte por la foto