El Mito de Prometeo
Mira…
Se escapa como un reo,
con un chispa entre las manos,
la llama hija del fuego,
secreto humeante de los arcanos.
Es el magma candente del deseo,
la pira mortificante de los humanos,
ira del Olimpo y del Ateneo
que abre las puerta de Jano.
Y entonces…
Nos entregó la caja de los truenos
y la piedra de los milagros;
una ventana para mirar al infierno,
una escalera para bajar el Tártaro.
Letras fogosas que huyen del ruego,
palabras que se esconden de los salmos,
pues convierten a los hombres en efebos
y queman en carne a los paganos.
¿Y dime, cuál fue tu pecado Prometeo?
¿Cuál fue tan vil acto,
que tiene tan lejos del Mar Tirreno
atado a las paredes del Caúcaso?
De un ave eres su prisionero,
esa que te arranca el hígado y el bazo,
un pájaro de mal agüero,
un reflejo de la sombra y del pecado*.
¿Pero es la llama origen del estruendo?
¿Es el fuego culpable del fogonazo?
¿Dónde se inicia la chispa del tormento
que mantiene el juicio chamuscado?
Quizás…
Es la visión naranja del yo quiero,
que derritió a Adán frente al manzano,
la sombra abrasiva del ego
de la que ninguno nos libramos.
Mírala desde lejos
como una fogata hacia los Cárpatos.
Pues no hay calor, ni cielo,
solo llamas en el ocaso.
*Pecado como dualidad
Gracias a Alexas_Phtos por la foto.