Comunión de astros
Y los astros reían
detrás de la cortina
con sus caras alegres
y sus luces amarillas.
Algunos llevaban levita
y otros pajarita,
una comparsa infinita
que avanzaba en comandita.
Y en esto habló Bociferón,
todo un benefactor,
un astro candente,
un poco imprudente:
“Ha llegado al ocasión
de conocer la platea,
donde cuelga el cinturón
de todas las estrellas.
Algunas son esbeltas,
otras pequeñas,
otras un primor
de la universal audiencia.»
Y llegaron Satiricón
y su novia Galatea,
una bulliciosa pareja
de jóvenes azuleas.
Soltaron chispas de tornasol
sobre las pelambreras
y el cielo se apagó
con suma sutileza.
Habían abrazado el jergón
de la noche trémula:
“La realidad es del que sueña,
del que pasa la noche en vela,
del que abraza el porvenir
y todas las estrellas.
Así ha sido desde el armagedón,
con sus largos etcéteras
donde hubo una explosión
en la noche somera.”
Y los astros bailaron en el estertor
de la realidad revuelta
que era un caldo en ardor
de la imagen primera.
Estaban todos,
del primero al mayor
hasta la enana más pequeña,
clamando en aluvión
que nada es posible que muera.
Gracias a geralt por la foto.