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Categoría: Clásicos Primitivos

Poemas clásicos y primitivos publicados en los últimos dos años.

Poemas clásicos primitivos

Poemas clásicos primitivos

Cantos Primitivos ya tiene más de 4 años de historia y durante este tiempo se han publicado muchos poemas de tono místico, espiritual, mágico y con mucho color; sin que falte el humor absurdo. Un intento de tomar distancia, quebrantar el tiempo, jugar con las formas y darle narrativa a la poesía. A continuación os pongo una lista de los poemas más visitados y más queridos por mi, con algún vídeo.

Las golondrinas del cielo

Las golondrinas del cielo

Y entré en una realidad superlativa
llena de golondrinas,
tenían facciones de peces
y alas como Hermes,
y cambiaban de aspecto
hasta dejarte sin aliento.

Y formaron un corro
que desafió el viento,
serían cientos y cientos,
todas en movimiento
cambiando en el cielo
mientras componían un arabesco,
una pirámide de colores
donde no había ocres,
solo un rayo luminoso
que era jactancioso
y compuesto por mil soles.

Y en el cielo se hizo un agujero
que me llevo lejos
hacia un universo pleno,
aún se estaba creando,
pues veía moldes y decorados,
con otros bocetos del arquitecto,
y apareció una escalinata,
que me acercó hasta una cara,
era toda dorada
y fina como un mantra.

“Soy el creador de todo esto,
que no es un pliego,
sino un diseño,
está volando sobre la brisa,
pues ahora no tiene prisa,
y no tiene cemento
ni nada férreo,
pero hay una promesa
que pronto será devuelta.

No pelees con la vida
y de una vez confía,
no pienses en desdichas
ni en que todo se hará trizas,
deja que te acaricie la brisa
pues está hecha de golondrinas,
todas juntas bajo un prisma,
bajo una caricia prístina;
en realidad todas son la misma.»

Y abracé la vida,
pues ya no había cisma
quería a todas las criaturas,
a todas y cada una,
como a las mismas golondrinas,
todas allí juntitas
volando encima de la brisa.

Gracias a Julian por la foto

Miro al infinito

Miro al infinito

Miro al infinito
aunque sea un ratito
y solo le pido
conocer al niño
que mira tras el visillo.

Pues veo cristales
que tiemblan a raudales
para mostrar esos lugares
que no son mentales.

Miro al infinito
aunque sea un ratito,
para oír un himno
y un silbido
que cantó un periquito
que es amigo del sigilo;
vive desde el inicio
donde no hace frío,
donde están los amigos
que están todos unidos.

Es una oda clara
que nació una mañana,
en medio de la nada
y propició una cascada.

Y nació la vida
en medio de la alquimia,
con toda la química
y todas las partículas.

Miro al infinito
aunque sea un ratito,
porque allí está el sentido
de todo lo perdido,
de todo lo que es uno
y no es distinto.

Y veo una nube
llena de energía
que alberga pistas
del origen de la materia.

Y hay un hombre
y una mujer
que pueblan la tierra,
con toda su descendencia,
y se llenan de paciencia,
incluso de ciencia;
en ellos está la esencia
de toda la consciencia.

Y en todas partes del universo
ocurre el mismo suceso,
un despertar neutro,
que se concilia con lo eterno.

Y miro al infinito
aunque sea un ratito
y solo le pido
verme a mí mismo,
en este momento
como al principio,
para ser ese niño
que rasga el visillo.

Gracias a FelixMittermeier por la foto

Viaje al corazón

Viaje al corazón

Y vi un terreno árido
lleno de piedras,
poblado por sátiros
y criaturas horrendas.

Vertían sonidos ácidos
al trabar sus lenguas,
una especie de cántico
que embriagaba las tinieblas.

Y vi una figura quimérica
llamada Selena
una amazona helénica
con patas en vez de piernas.

Y me tiró una flecha
que alcanzó una de mis venas
para abrir una realidad paralela
digna del que sueña.

“La realidad no es huérfana,
ni si quiera está en guerra,
es solo tu cabeza,
que libra está última batalla
de forma crudenta.

No hay canción escéptica,
ni religión hermética;
son solo tendencias
e improntas congénitas».

Y desperté entre criaturas muertas,
solo veías sus cabezas
y rotas cadenas.

Pero a más de un kilómetro
había un estanque vidrioso
que era de color verde,
del mismo color de la fuente.
Y estaba repleto
en el centro de mi pecho

Y entonces me habló:

“Soy pleno amor,
en cada momento;
no hay escisión
ni abatimiento,
pues no hay yo
ni tampoco ego.
Solo luz interior
y puro destello
que rompe la dimensión
y el sentido del tiempo.”

Y pasé entre los centinelas
que reinaban en mi cabeza
a una realidad superior
que solo era querencia.

Gracias a acherrymind por la foto.

Siente tu Anahata

La sirena y la cena

La sirena y la cena

Y discutía con una sirena
por quién iba a pagar la cena;
larga tenía la melena
pero muy escasa la cartera,
así que tras charlas y réplicas
decidimos pagar a medias.

Ella con dinero de las mareas
y yo con unas cuantas monedas
y nos miramos a las cuencas
y reímos ante semejante cantinela.

“La próxima vez será bajo el mar,
cenaremos almejas, ostras y perlas
e incluso subacuáticas croquetas;
ya verás que buenas;
se te va a derretir la lengua
y te chuparás las yemas»

“Después visitaremos las montañas
para comer puré de castañas
con papaya y lasaña,
nos sentaremos sobre el Aconcagua
y brindaremos con agua brava,
desde esa cima tan alta
larga será la pitanza”

Y celebramos como dos amantes;
siempre encontraríamos restaurante
ya fuera en la Luna o en Marte
no pasaríamos hambre.

Gracias a flutie8211 por la foto.

El poema de la uva

El poema de la uva

Una uva me cantó una canción
con el sonido de las cunas,
en medio de la bruma
cuando no había duda alguna,
solo la noche y materia oscura.

Sobre sus soliloquios con la luna
que conoció hace milenios
mirando a las alturas,
supongo que más allá de la una
cuando jugaba con sus deditos
que estaban hechos de racimos.

Le contaba leyendas desconocidas
sobre los secretos de la vida,
de una luz muy poderosa
que rodeaba todas las cosas.

Y en esto apareció un puma
que le pirraba la fruta
y tal era su hambruna,
que casi la hizo pedazos
de un solo bocado.

La uva había quedado muda
ante semejante criatura
pero solo durante un rato
mientras miraba profunda al gato.

Y le habló del deseo
y también del apego,
de otros grandes misterios
que circundaban el ego.

“Se que podrías hacerme zumo
con solo acercar tu puño
y estaría muy rica
pues apenas tengo pepitas.

Pero has de mirar más adentro
donde están los secretos,
donde se guarda la sabiduría
y nace la serendipia.
Tu yo nos hemos encontrado
en esto consecuente acto.”

Y el puma le dio dos chupadas
y se fue con la mueca contrariada.

Y a la uva le nacieron pelos de punta
hasta parecer una lechuga,
pero siguió hablando con la luna
y gozando de su altura.

Contaba verdades crudas
para salir de la envoltura
mientras movía la cintura
al ritmo del azúcar.

Y así llegó a viejuna
sin apenas arrugas
con alguna comisura
e impoluta dentadura.

Gracias a Priscilla Fraire por la foto

La canción de los delfines

La canción de los delfines

Y cantaban los delfines
cerca de los confines
del mar Mediterráneo,
donde no llegaban bergantines
ni tampoco colibríes,
solo peces espadines
y algún despistado corsario.

En un palacio de las profundidades
apostado entre todos los mares
lleno de angostos langostines
con pinzas de colores rubíes,
dispuestos a pincharte las nalgas
y dejar escapar los hematíes
en cuanto les dieras la espalda.

Y en esto habló Hidalgo,
Arcipreste entre delfines
y uno de los más cantarines,
una especie de cetáceo lagarto
que balbuceaba palabras sufíes
y primo lejano de los escualos.

Y pronunció entre síes
que no quería seguir cantando
si continuaban bajo aquel manto.

“Abandonemos el palacio carmersíe
para que puedan oírnos los barcos.
Volvamos a subir a la superficie
para conocer otros especímenes,
ver más allá de los límites
pues allí no solo hay delfines
y criaturas submarines
sino seres que se alzan varios palmos.

“No te creemos Hidalgo,
¿Para qué mostrarnos?
¿Y sí de nosotros se ríen,
o creen que somos un chiste
que contamos embustes y chismes?”

“Pondremos los puntos sobre las íes
y cantaremos sobre los confines,
sobre la música olvidada de Osiris
y sobre el signo renovado de piscis.
Traeremos con nosotros lo sublime
junto con un montón de colorines
para que todos aquellos humanos
puedan salir ya de su letargo.»

Y así cantaron todos los delfines,
agrupados en miles y miles
esa música de los sinfines
que tanto habíamos esperado.
Nacía de sus branquiales laringes
llenas de místicos matices
que sonaban a acuosos tararíes
como cuando éramos pequeñajos.

“Gracias a todos los delfines,
por cantarnos desde confines”

Gracias a Ádám Berckez por la foto.

Las puertas del cielo

Las puertas del cielo

Y se abrieron las puertas del cielo,
muchos volaron despavoridos,
habían salido del nido
y miraban hacia el abismo.

Y escuchaban una especie de himno,
una sonata con ritmo antiguo
que les rodeaba por los lados
y los cercaba por el ombligo.

Y muchos pusieron la oreja,
vestíbulo, trompa y estribo
para oír unas notas perdidas
que tenían mucho sentido.

Y decían:

Este es el camino
desde los Dioses y los egipcios
donde formas se contonean
como si fueran jeroglíficos.

Y si tú no encuentras fonema
ni si quiera paliativo,
estará en la alacena
de los objetos perdidos.

Junto al tesoro prohibido
que relumbra como al principio,
junto todos tus talentos
y todos tus designios.

No te muestres esquivo
y acepta tu sino,
da un salto multicolor
hacia los jardines del olvido.

¿No buscas que la vida
tenga algún sentido?
¿Y cómo va tenerlo
si te vistes de mendigo?
Acepta todos tus dones,
los que guardas en el abrigo
bajo todas esas capas
de pensamientos dubitativos.

Abre tus manos
hacia el universo creativo
que es mera posibilidad
y centro del libre albedrío.
Y despliega ese cosmos tuyo
tan interesante y divertido,
ese que provoca la risa
al mayor de los bandidos.
Porque tú lo escribiste
cuando eras solo un niño
con todas esas letras
en un lustroso pergamino.

¿Recuerdas cuando eras poeta
o un escribano egipcio
que viajaba por el mundo,
inmensamente rico?

El mundo es una charca
que nutre hasta el infinito
está llena de piedras preciosas
y está llena de brillo.

Ya sientes las notas de alivio,
notas como te abrazan
con todo ese cariño….

Así que recuerda que…

Los ángeles volverán
de nuevo a su sitio
junto con la bóveda celeste
del último piso.
Y allí de nuevo cantarán
esas sonata de corintio
donde cada una de las almas
abrazará su talento genuino.
No es luego, no es mañana,
es ahora, como siempre ha sido.

Gracias a @nervum por la foto

Y cambió el mundo

Y cambió el mundo

Y despertó de un sueño
largo y profundo
que había durado toda la noche
o tan solo un minuto.

Y cambió el mundo;
tal y como lo conocíamos,
se había vestido de luto.
Sin previo aviso;
sin un último saludo.
No más excusas,
no más bulos.
Este es el momento
o no habría ninguno.

Se había vuelto frío,
se había vuelto duro.
Y todas las almas se agolpaban
frente a un muro
que rodeaba una cadena
hecha de oro puro;
tan reluciente e intensa
como el telurio.

Y se abrió una compuerta
que bajaba al inframundo
con una pared llena de moscas
que estaba hecha de estuco.

Y allí bajaron muchos
en busca de un susurro
para salir de dudas
y poner luz en lo oscuro.

“Exigimos una explicación”
gritó de pronto el vulgo.
“Esto no hay quien lo aguante
¿Por qué nos trata como vagabundos?”

“Si estábamos muy tranquilos,
estábamos cada uno en lo suyo.
Sin molestar a nadie
todos aquí muy pulcros.”

“Y ahora vienes hablarnos
del saber profundo,
de miradas inertes
y otros falsos conjuros.”

“¿Para qué tanto lío,
para qué este negro humo,
ahora quieres cambiarlo todo
justo antes del crepúsculo?

“No hay otra forma,
es hora de deshacer el nudo,
de acabar con la maquinaciones
de este falso culto,
de deshacer las mentiras
que engordan el orgullo.
Es hora para dar el salto,
es hora para estar todos juntos
y mirar de lleno
muy adentro del muro.
Y nos daremos las manos
y seremos más justos,
y miraremos a la tierra
como si solo fuéramos uno.
Y el verde repoblará,
se acabará el ayuno,
estaremos todos saltando
sin ser unos reclusos.
Y las flores renacerán
al igual que los arbustos
y los pájaros volaran
dejando pequeños surcos.
Ya nada nos detendrá
en este nuevo impulso,
en este brote de aire fresco
que oxigenará el mundo.”

Poemas y emociones de cuarentena III

Gracias a WikiImages por la foto

Viaje interestelar

Viaje interestelar

Y me construí un cohete
con las herramientas del patio:
con una mecedora, un tobogán
una centrifugadora y un armario.
Y tomé carrerilla desde la colina
hasta al campanario
ante la atenta mirada
de mis amigos y del vicario.

Y me lancé en picado
y empecé a volar
por encima de los astros.

Y llegué hasta un planeta rosado
donde había aves a nado
que bebían fuego y escupían
sangre por los costados.
Y me sumergí entre espasmos
para poder palpar
todos esos cuerpos
cubiertos de plumas y escamados.
Eran como el Fénix,
atunes vestidos de ganso
que hablaban múltiples lenguas
desde el latín hasta el marciano.

Y les pregunté con sorna
en su idioma originario
¿Por qué buceáis y surcáis
a la vez el mar y el espacio?

“Porque hemos decidido,
hace ya periodos milenarios,
que es del todo arbitrario
preguntarnos si somos
aves o pescado,
criaturas de fuego o de acuario
¿Hay alguna respuesta
detrás de lo binario?
Ese es nuestro corolario.
Vuela y también
date un baño
y busca los límites
de este planeta rosado”

Así que me volví a mi cohete
un poco descolocado,
y encendí el motor
tras coger los mandos.
Y arranqué hacia la tierra
para volar a todo trapo,
saludando a las lunas
y al polvo estrellado
y cada uno de los huecos
que me iba encontrando.

Gracias a Pawel Czerwínski por la foto

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