No hay error de cálculo, ni átomo en el gránulo; porque una vez fui a ver al oráculo hace ya años.
“He visto milagros y eventos plenarios, cuando la luna roza el sol con un cosquilleo momentáneo, que todo lo detiene y lo hace enano”
Y vi una hormiga llamada Hermenegilda que se convirtió en mi amiga, era sencilla y tenía mucha vida pero le consumía ver lo que perdía pues estaba herida.
Así que se detuvo de costado para ver el mundo ancho, y acariciar una luz que podía sanar y el mantra del jaguar.
“Los fantasmas has de purgar, para poder avanzar libérate del mal y de todo malestar, así empezarás a volar”
Y se convirtió Hermegilda en una criatura divina, llena de dicha y de luz arriba con una enorme risa que sonaba muy antigua.
Y miré profundo en la tierra para ver la imagen de mi conciencia. Estaba allí prieta, despierta, haciendo un juego de manos frente a una estafeta.
Y me marcó un camino de piedras, todas de colores y algunas negras, que hacían un círculo al final de una escalera. Así que subí por ella, hacia el cielo dando saltos con las piernas. Y vi la imagen de una verbena de espíritus de la trastienda, todos vestidos en plata en pos de una quimera.
Y me cantaron: “Deja ya las bagatelas, y anda por la hacienda que está llena de riquezas y de muchas otras fiestas”
Y alcancé el sol con un mestizaje de epopeya; y muy dentro, en su interior vi una luna repleta. ¿Cómo era esto posible? ¿Es posible que no entienda? Y se unieron los dos como si fueran una pareja. Una fusión del fulgor que rompía las barreras. No había ella, no había yo, no había armazón, ni tampoco esquema. Solo una luz multicolor que coloreaba la escena.
Y estábamos todos en la visión, todos en la trastienda. Éramos todos el mismo ser; una única consciencia, que estaba hecha de amor y nutría la existencia.
Y extendí un dedo y noté todo su calor del brazo a la cadera y lo sentí en mi interior desde épocas pretéritas. Nunca me había abandonado nunca vagué por cuenta ajena. Toda la separación era una ficción construida por mi cabeza. Y allí en mis venas encontré toda la creación desde la luz del sol hasta el rostro de la luna llena.
Y se levantó una anciana en medio de la noche con una bata blanca y un brillante broche.
Y andaba por los pasillos y no veía a nadie todos estaban ocultos tras las ráfagas de aire. Y salió al porche y miró al norte y al quitarse las gafas pudo ver un nuevo orden.
Estaba escrito en un idioma levantado con nuevos renglones, palabras desconocidas para casi todos los traductores. Así que fue en busca del monje mitad escribano, mitad sacerdote. Y anduvo por los desiertos que cercaban el horizonte, por las lagunas de la madre y por la psique del hombre.
Hasta que llegó a la montaña donde dormitaba el monje cantando todos sus sueños desde el núcleo del vórtice. Y la anciana se le acercó y le susurró su nombre y el monje se levantó a recitar sus oraciones:
“No hay secreto para un esquizoide pues bebe de la dupla y de lo informe, de todos los significados que hay en el orbe, y siente muy adentro donde nadie se esconde.
Por eso levanta la mirada Anciana, es lo acorde y da un paso al nuevo mundo post mortem. Allí están todas las almas en silencio conforme esperando su momento, esperando sus peticiones.
Y todo se moverá como hace eones cuando éramos gases y otros vapores. Y habrá fuegos y también anticiclones para mover la mente de los más jóvenes, de los que están por venir y aún no conoces. Ya están llegando de las manos de los dioses cuidados como niños que aún no tienen yoes.
Y el mundo cambiará guiado por sus voces, por toda su sabiduría que nace de las constelaciones.
Y todo el planeta sonreirá, emergerán los caracoles para traer la luz de sol que mencionaban los renglones.
Una vez entré en trance, de esos los largo alcance y pérdida de cordura, pues hallé una conjetura en medio de una suma. Y no era nada enrevesada, ni teorema de Descartes, solo un dos y la una, un problema de infantes, dos números naturales en adicción conmutativa, pero al poner el uno antes los resultados eran dispares.
Y repetí la operación, tan lento como una oruga, incluso conté con las pezuñas y presioné a la calculadora en pos de guarismos digitales. Pero la aritmética estaba en conjura, y se mantenía el desplante. ¡Una indeterminación!, ¡Un acertijo bivariante! ¡Una locura, sin lógica ninguna! ¡La razón saltaba por los aires!
El fin del teorema discreto, un conteo analfabeto, una suma de catetos sin cuadrado ni hipotenusa, un jeroglífico de Ramanujan, un arco de Mileto, carente de base y altura, un cansino seno y un sino sin coseno. ¿Pero donde estaba el resultado correcto?
Y todo se empezó a complicar, números enteros y radicales, radianes e incluso integrales, hasta imaginarios; y me acordé de Aristofanes, incluso de Sartre, de los hermanos celestiales y de la ecuación de Balmes*.
Todo estaba en bruma justo en medio de la suma. Por la adicción de contrarios, el álgebra del sol y la luna, las matemáticas de la locura o de la síntesis pura. El dilema de los pares, un enigma antes de la cuna, una suma en una suma, y dentro el dos y la una; pero con resultados orientales, respuestas difusas, el relativismo de Albert, las palabras de Buda, incluso cánticos de aleluya.
Un agujero en la curvatura con todos los números en fuga. El fin del polinomio de Hades y de la materia oscura que al fin se despejaba la duda. El nuevo horizonte Najarjuna y todo dentro de una suma con un dos y una una… … 1+2=??
Gracias a Sandid por la foto
*Ecuación de un profesor desconocido que ayudo a construir el modelo atómico del hidrógreno.
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