La puerta, poema sobre atreverse, subir la cima, vivir la vida al máximo nivel y exponerse… no juicio… hay que apostar y no regatear… la vida es… mostremos nuestra mejor versión… disfrutemos de la experiencia.
Si quieres leer el poema original, aquí tienes el enlace: la puerta y para más vídeos puedes pinchar en este otro: vídeos.
Se abre una puerta que tiene tintes de acuarela; es inmensa y se requiebra. Salmuera e intensa posee esmaltes de piedra de épocas pretéritas, más es nueva. Está llena de riquezas y de muchas pruebas, digna de la providencia para el que de verdad apuesta.
Se elevan las ciegas por miles y quinientas, ya están dispuestas todas en la mesa mientras la puerta parpadea y enseña una ruta heliocéntrica. Antropocéntricas son la miserias del que no juega, pues tiene un montón de cefaleas y se estremece en la cuneta de la indiferencia. No hay más descaro que mirar al ópalo y al cristal cóncavo antes de echar el órdago. Así que apuesta y multiplica por miles y centenas.
Y crucé la puerta de la realidad heliocéntrica, cúspide de la pirámide con verdades como ábsides en la que no faltaba un ápice. Estaba en el escalafón máxime.
Y apareció un rayo vestido de traje, era hijo de las Mariánides para cantarme las Pléyades:
Te has adentrado a la realidad dorada, donde el aire es puro plasma, solo con alzar la palma este directamente cambia. Es pura savia de sencillez áurea, metalurgia transmutada en una fórmula condensada. La realidad deseada en certidumbre con la magia, puedes apostar cualquier cuantía que siempre se multiplica. Llanura en sí misma que parece que levita. Pero tienes que estar atento pues no todo es cuento las leyes de la atracción son por cientos y cuanto más me muevo más me acelero.
Deja un espacio interno para el sosiego, para que siga el juego sin perderle el respeto, pero no dejes de apostar, no dejes de caminar por este valle suculento; es el último nivel del que yo me acuerdo. Palacio de apogeo donde sigue el recuento, el yo me divierto y sientes los vientos que colman el deseo. Son dorados y acristalados, son el último cimiento, donde yo me veo.
No tengas miedo, este es tu juego. Puro experimento donde no entra el apego. Has llegado al nivel supremo. ¿No ves que todo es bello, con un toque polinesio?
Y seguí andando en ese mundo esférico, metaplámastico y sincero. Torrentes dorados, espacios llenos de halos. Posibilidad de posibilidades, todas a tu alcance. No había dictamen ni tampoco certamen, solo goce más allá de cualquier margen.
Veo un águila que sobrevuela la llanura. Tiene el pico naranja, la piel amalgamada y cuenta la leyenda sobre unos nómadas que se movían en hordas. Deambulaban por la tierra sin una ruta cierta, un viaje de encomienda que se mantenía sobre dos piernas.
Te vi en otra vida cuando eras una niña, estabas perdida tras la mirilla. Ahora eres una mujer preparada para el placer, un completo orgasmo que está lleno de espasmos.
Una realidad de viñetas que llena tus caderas, libera tu alma sureña, que a la tierra alimenta. Realidad de placenta tras varias vidas muertas.
Ya no hay parálisis, te envuelve el éxtasis.
Pero aún recuerdo cuanto te envolvía con mis pieles, no sabíamos de continentes y había muy poca gente, pasábamos hambre, vivíamos para la Madre en las noches ancestrales, tocábamos la luna con los pulgares, y palpitábamos en la sangre pues no había pensamiento ni castigo, ni nada definido, solo sigilo, noches de olvido donde cantabas al vacío, con tu voz de mirlo. Poderos solsticios, sin cobijo ni abrigo, solo grito, piel con piel, aliento compartido, imágenes, poderío, fuegos y estribillo noches de garganta, en grutas que amamantan, unos pocos años, lobos en camada agolpados en la roca, una vida corta llena de estrofas y de congoja.
Te fuiste mi vida por razones desconocidas, solo teníamos dioses fuegos y folclore, y el canto a los soles; no éramos pobres, y no había complejo orden.
Te fuiste entre dolores mientras ibas susurrando canciones a los hados, yo te agarraba la mano acompañando tu canto, una serena melodía que hablaba sobre tu vida. Elipsis y alquimia. Una muerte digna que me dejó hecho trizas.
Y te recordaba por las noches en la penumbra de azogue, un sentimiento de morgue, un rito de estertores mientras miraba el horizonte un intenso fuego que emulaba tu recuerdo.
Los años pasaron bajo la mirada de amaranto, historias sobre el letargo, un pasado lejano donde nada fue en vano. Leyendas de anciano con suave color magro, el tiempo se ha condensado, quizás sea indeterminado, por eso te cojo la mano.
Vídeo sobre el poema Quemazón, escrito hace unos meses, que incita a atrevernos, a avanzar, a vivir la vida, porque la vida es para vivirla. Calma. Respiración. Aceptación. Valentía.
Si queréis leer el poema completo aquí tenéis el enlace: ir al poema
Hija de las montañas, de la fuerza de las entrañas y del olor de las sábanas.
Viniste de lejos de la tierra de los elementos y de los fuegos. Lo tienes en el cuerpo, en todo el terreno como un pozo de queroseno. De la piel es un agujero que parece pequeño, un elemento de atrezzo como quemado caramelo.
Quiero tocar tu lunar dálmata, llenarme de tu pezón, pues es pura manifestación que construye tu jergón. Juegos de niños, jóvenes idilios, mezcolanzas de Piros el protos del visillo.
Y mientras me estiro y me derrito, busco con sigilo un punto amarillo. Inicio de explosión y de delirio. Para entregar el colmillo a un estribillo, una vieja canción que escucharon dos jovencitos.
Un diapasón que se contornea en tu colchón, más allá de la semblanza de tus caderas peruanas, porque son balanza y son armazón de la única conclusión que tiene esta sonata. Alma contra alma, el primer apagón, un estruendo de sol, una contusión a golpe de diafragma. Porque huele a tu sudor, la fragancia de tu flor y el aire de las ventanas. La visión del halcón, el escape de las trampas, el símbolo de la penetración entre tus nalgas.
El fin de la escisión, del último estertor y del canto de la balada. Un cuento de hadas, escrito por unas muchachas que quedaron prendadas.
Y miro a tu monzón, que es puro anticiclón y se deposita en tu almohada. Te toca las palmas y saborea tu savia, suave fragancia sin ninguna arrogancia; el fin de la preeclampsia en mitad de la ataraxia.
Y sollozas y te calmas, esperamos abrazados al calor de la mañana.
Quemazón habló a los testigos, muchos eran sus hijos. “He visto a mis enemigos y a veces he perdido, ¿Pero hay diferencia entre enemigo y amigo o es solo como yo percibo?
La vida es un continúo, es hora de pedir perdón y del olvido; de ser uno y mirar en conjunto; de conminar culpas y disolver arrugas.
La vida es solo una aunque hay muchas, goza de la sutileza que te da la belleza. Una percepción de nobleza que aniquila la pereza.
Hay un enorme fulcro principio de lo mucho que se rotula en múltiplos, aunque todos son únicos.
Eso es la materia y sobre todo la vivencia, no principio de inercia sino de inocencia. Porque tú eres y tú puedes.
Miles de acciones en diferentes vocaciones para componer un arabesco que definió un arquitecto.
Eres parte de este juego porque eres entero, y eres eterno. un singular elemento de este quinto sueño. Tú lo compones con todos tus dones, trasciende tu pronombre y fúndete con el orbe. Eres uno y muchos, No hay nada tuyo.
Y Quemazón se disolvió con sus faltas y sus testigos. No había nada ambiguo, no había enemigos.
Estaba vivo junto a sus hijos con un brillo incoativo que vibraba desde el inicio.
Entremezclo la mente y la simiente, un camino corriente que definió occidente; un Dios mundano que extendió la mano un día de verano. Nada es en vano y ya no hay ocaso.
Estamos de paso, la vida es un extracto de sutileza y contacto.
Una fusión de colores que se escapa a los miopes, pero esta ceguera es solo pasajera. Es como una cuerda que se arremolina en las cuencas para conciliar la espera hasta abrir la puerta.
Y allí vi el mundo de los todos colores donde cohabitaba mi doble. No había separación ni ninguna tensión, solo un universo informe incesante de olores. Y ahí estaba yo ejerciendo mi profesión del deseo una proyección que era cósmica revelación.
Todo tiene un sitio cuando está vivo. Amalgama de dones infinitos, tu con los tuyos y yo con los míos. Pero hubo un desajuste que creó muchos túneles, miedo a perder la conciencia por un pedazo de materia. Pero no hay miseria, la conciencia saldrá ilesa.
Por eso se construyeron iglesias y se peregrina a la Meca. Ya no hay que esconderse en esta trampa perpetua. Vive la vida plena, con un grito que llena y un soplido que resuena.
No hay última cena ni doctrinas ateas, solo vida a pleno pulmón sin ningún caparazón.
Vive lo que eres y contagia al resto de seres suscita como Hermes; no dudes, claro que puedes.
Y luz traspasó entre tú y yo. Menos pesada era la naturaleza bajo la firma de tu huella.
El llanto, poema emocional, en estos momentos de final de año el universo confabula para acercarnos a aquello que deseamos, para ser lo que somos, para que nos mostremos… Que salga todo, que las emociones retenidas se liberen y vivamos la vida que tenemos que vivir.
Si queréis leer el poema aquí está el enlace: ir al poema
Y había trozos de mí repartidos por la tierra, una cabeza, un hombro, una mano, una pierna. Todos repartidos descuartizados. Estaba roto, perdido en el llanto, un llanto que no llegaba, un llanto quebrado.
Un llanto oscurantista, un llanto esquivo a la vista, un llanto desmesurado; un llanto mutilado.
Una cascada malnutrida de lágrima insípida, un torrente maloliente que se deshacía astringente.
Y quise mirarlo, incluso condenarlo, quise ponerle hebras para salir de las tinieblas.
Pero aquel llanto era confuso diluido por el orgullo. Era la cara del moribundo y del que está desnudo.
E intenté recoger mis pedazos del abdomen a los brazos, solo había retazos y deshechos aciagos.
Pero el llanto estaba esperando como una larva, como un canto profano, un ruego del que va caminando y se ha perdido en el ensayo. Una esquizofrenia absorta en el mal trago.
Pero me detuve a escucharlo: “Ya no estás condenado, eres libre del anonimato, alza tu voz con fuerza y descaro. Grita y grita por los cuatro costados: soy el verbo lleno de significado.
Ya no estoy varado ni estoy mutilado, los siglos son ya cosa del pasado.
Tengo otros rasgos, y sé de lo que hablo.”
Y miré a los astros y recogí mis pedazos, Estaban todos arrejuntados, como un verso suelto, un único cuerpo de poeta de terciopelo. Por fin alzaba el vuelo
“Yo sueño, yo sueño, ya no estoy muerto, es el momento.”
Y el llanto salió abrupto, muy desde dentro, de lo más profundo. Ya no se contuvo. Se liberaba el injerto para ver todo el conjunto.
Poema El Puma sobre el poder, la fuerza, los animales de tu interior, el camino, los incisivos, el destino que has venido a cumplir y todos los dones que posees.
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