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Mes: noviembre 2019

Negro

Negro

Hace años descubrí una caja
que estaba en mi pecho;
debajo de las costillas,
cerca de mi esqueleto.
Pues ya no era carne
ni tampoco verbo,
solo era una masa oscura
llena de agujeros.

Allí habitaba un líquido negro
que había introducido
un pájaro de mal agüero;
hace muchas lunas,
hace mucho tiempo;
tan aceitoso y pesado
que olía a queroseno.
Y prendía rápido
y se propagaba como el fuego
hasta incendiarme el apetito
y dejarme medio muerto.
Sería carne quemada,
churrasco de un almuerzo,
una minúscula partícula
fuera del espectro.

Y yo temía mi sombra
y le acusaba con estruendo:
“eres inflamable y fogosa
y yo contigo no puedo.
Ya verás si te dejo,
ya verás como peco,
ya verás como me ciego
y me quedo casi tuerto.”

Y entonces bajaré a los infiernos…

Donde están las fosas
y todos los entierros,
donde los cadáveres
y los mausoleos.
Donde están las orcas
que solo escupen fuego.
Donde están las aves
y el perro Cerbero;
donde están Hades
y todos los muertos.

Porque te veo,
te veo a través del espejo,
a través de la ponzoña
y de todo el estiércol.
A través de la basura
y a través de lo mugriento;
pero ya no puedo negarte más,
ya no puedo.
No puedo seguir por la vida
arrastrando tanto peso.

Así que te miro y te perdono;
eres mi hermano negro,
parte de mi cuerpo.
Por eso yo te quiero
y por fin hablar te dejo.

Y el me mira
con esos ojos tiernos
y me habla con sosiego:

“Ya ha acabó todo.
Todo aquel juego
de luces y sombras,
de lo malo y bueno.
Abre tu pecho
y perdónate de nuevo
y abre ya ella esa caja
que está cerca de tu pecho;
llena de colores
y llena de afecto,
y recoge ya todos tus dones
y repártelos por el mundo entero.”

Gracias a Hannah Troupe por la foto.

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