Vídeo sobre el poema Quemazón, escrito hace unos meses, que incita a atrevernos, a avanzar, a vivir la vida, porque la vida es para vivirla. Calma. Respiración. Aceptación. Valentía.
Si queréis leer el poema completo aquí tenéis el enlace: ir al poema
Quemazón habló a los testigos, muchos eran sus hijos. “He visto a mis enemigos y a veces he perdido, ¿Pero hay diferencia entre enemigo y amigo o es solo como yo percibo?
La vida es un continúo, es hora de pedir perdón y del olvido; de ser uno y mirar en conjunto; de conminar culpas y disolver arrugas.
La vida es solo una aunque hay muchas, goza de la sutileza que te da la belleza. Una percepción de nobleza que aniquila la pereza.
Hay un enorme fulcro principio de lo mucho que se rotula en múltiplos, aunque todos son únicos.
Eso es la materia y sobre todo la vivencia, no principio de inercia sino de inocencia. Porque tú eres y tú puedes.
Miles de acciones en diferentes vocaciones para componer un arabesco que definió un arquitecto.
Eres parte de este juego porque eres entero, y eres eterno. un singular elemento de este quinto sueño. Tú lo compones con todos tus dones, trasciende tu pronombre y fúndete con el orbe. Eres uno y muchos, No hay nada tuyo.
Y Quemazón se disolvió con sus faltas y sus testigos. No había nada ambiguo, no había enemigos.
Estaba vivo junto a sus hijos con un brillo incoativo que vibraba desde el inicio.
Andaba por una línea fina cargada de serotonina cuando vi un paraje que me llevó a observarte.
Estabas suspendida en el cielo en medio del deshielo, cerca de una ladera con forma de esfera, con muchas herramientas y otras tuercas que alimentaban la materia.
Y grité a tu sombra: ¿Por qué tanta zozobra? ¿Por qué justo ahora; hay algo que sobra en la inmensidad de tu obra?
“Tus lágrimas son tristes como pensamientos grises, un tanto indivisibles como las líneas de Euclides.
Quizás, todavía te resistes. Nada es tan terrible. Suéltate a lo que existe.“
Y se convirtió en una esfinge tan bella como Nefertiti; veía a través del tiempo en medio del invierno; no había tristeza, ni tampoco desasosiego; solo un suspiro eterno que abracé como un destello.
Miro al infinito aunque sea un ratito y solo le pido conocer al niño que mira tras el visillo.
Pues veo cristales que tiemblan a raudales para mostrar esos lugares que no son mentales.
Miro al infinito aunque sea un ratito, para oír un himno y un silbido que cantó un periquito que es amigo del sigilo; vive desde el inicio donde no hace frío, donde están los amigos que están todos unidos.
Es una oda clara que nació una mañana, en medio de la nada y propició una cascada.
Y nació la vida en medio de la alquimia, con toda la química y todas las partículas.
Miro al infinito aunque sea un ratito, porque allí está el sentido de todo lo perdido, de todo lo que es uno y no es distinto.
Y veo una nube llena de energía que alberga pistas del origen de la materia.
Y hay un hombre y una mujer que pueblan la tierra, con toda su descendencia, y se llenan de paciencia, incluso de ciencia; en ellos está la esencia de toda la consciencia.
Y en todas partes del universo ocurre el mismo suceso, un despertar neutro, que se concilia con lo eterno.
Y miro al infinito aunque sea un ratito y solo le pido verme a mí mismo, en este momento como al principio, para ser ese niño que rasga el visillo.
Gracias a FelixMittermeier por la foto
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