Eleo y Azucena se miraron entre las cuencas donde la vista penetra y vieron la antesala de una gran hoguera, era profunda y cargada, del todo desmesurada, un clímax más allá del alba que se enroscaba en la cama.
Ella tenía facciones malva y sabor a manzana y unos pechos que no cabían en las palmas, pero su piel ardía como la lava y con solo tocarla te quemaba las entrañas.
Ella le acarició la barba, y le besó la cara, mientras la otra mano bajaba por la espalda.
E hizo un pequeño rodeo jugando con los dedos para estimular el vello; y el fulgor erecto.
Y se besaron el sexo, al mismo tiempo, signo de los opuestos en un mar de caramelo. Y se derritieron y también murieron, en un destello que los llamaba para dentro.
Un quehacer coqueto de gemido y desenfreno, una capa de besos todos muy quietos, mientras te agarro el cabello y me muerdes el dedo.
Todo parecía un sueño de humeante fuego, un delirio evidente que deshacía la mente.
Es el fin del destierro al ahora pertenezco, mientras acarició tus senos que afianzan el firmamento. Todo es estruendo y apogeo, una nube de incendio que rejuvenece cualquier deidad; ya no paras de gritar cuando el mundo se deshace y entramos en trance; no hay nudo ni desenlace solo un orgasmo que se expande.
A través del espejo vi todo el universo, en cada partícula y en cada reflejo.
Dos luces se polarizaron en pleno movimiento, eran como un destello y un estrépito por fuera y por dentro.
Volaban por el cosmos desde el comienzo, dos haces y dos espectros en buscas de respuestas y de consuelo. Eran Gamma y Reflejo:
Gamma: No entiendo. No entiendo lo que veo.
Reflejo: Porque es todo un sueño.
Gamma: ¿Cómo que un sueño?
Reflejo: Ya nada es nuevo, Gamma.
Gamma: Pero si nos conocemos desde el primer apogeo, desde el rugir del trueno, cuando todo era amarillo como un incendio.
Reflejo: Y aún así es un misterio. Apenas ha pasado el tiempo, seguimos vagando y flotando lento.
Gamma: ¿Lento dices? Pero si parece un concierto, un baile techno. ¿A caso no recuerdas las tormentas de helio, cuando no había planetas y solo un fulgor eterno?
Reflejo: Aquello era sosiego todo el mundo nuestro, no había sombras ni espectros.
Gamma: ¡Reflejo! ¡Reflejo! siempre todo tan incierto, tan oscuro y negro.
Reflejo: Es que soy un muermo. Uno de esos rayos que no tiene cuerpo.
Gamma: Se me ocurre una idea. Una idea. Vamos al centro donde están todos los reflejos, donde aún es día porque no existe el tiempo.
Reflejo: ¿A dónde es eso?
Gamma: A la Cabeza del Ciervo, una galaxia donde no hay invierno, donde los haces cantan sonidos de fuego.
Reflejo: ¡Yo quiero! ¡Yo quiero!
Gamma: ¡Pero si está contento!
Reflejo: No iba a estarlo, como si me leyera el pensamiento.
Gamma: Pues vamos, vamos en este mismo momento.
Reflejo: ¿Pero y cómo lo hacemos?
Gamma: Una vez tuve un sueño consistía en darse las manos y apretar los dedos; y gritar con todos los presentes: ¡Allá vamos! ¡Allá vamos Cabeza de Ciervo!
ACTO II
Y una luz apareció entre ellos una puerta secreta hacia el origen del universo. Y ellos la cruzaron hasta llegar al portero.
Gamma: ¿Y tú quién eres?
Portero: El portero
Reflejo: ¿El portero?
Portero: Sí, el portero de Cabeza de Ciervo… Aquí solo tienen acceso los rayos primeros, los que fueron creados cuando todo era un caldero.
Reflejo y Gamma lo miraron boquiabiertos.
Reflejo: ¿Y eso cómo lo demuestro?
Gamma: Sí, eso.
Portero: Pues por el acento. Esos rayos hablan en estruendo, el idioma del magma y del extranjero.
Reflejo: ¡No entiendo! ¡No entiendo! Nos estás tomando el pelo.
Portero: Es un idioma pionero de los haces que vertebran el universo.
Gamma: ¿Y si no hablamos ese dialecto?
Portero: ¿Cómo que dialecto?
Gamma: Quiero decir el idioma ese del vertebro.
Portero: Pues entonces tendréis que decirme la contraseña que da sentido a todo esto.
Reflejo: Eso es fácil La sabe cualquier bombero que haya nacido con el estruendo. Es yo sueño… Yo sueño
Portero: Podéis pasar rayos primeros.
ACTO III
Y así lo hicieron como en un festejo y en un pasadizo de fuego; habían llegado al centro del orden y del misterio donde todo eran llamas en la Cabeza de Ciervo. La velocidad subía, centelleaban los decibelios, mitad sonoros, mitad silencio. Y vieron una supernova y el cosmos entero hasta llegar a una luz que iluminaba el comienzo.
Gamma: ¿Así que es esto?
Reflejo: Todo es nuevo
Gamma: ¿Y si la tocamos, estaremos muertos?
Reflejo: Se oye un susurro que viene de dentro.
Gamma: ¿Y qué dice?
Reflejo: Habla el idioma primero.
Gamma: Al fin lo conocemos.
Y tocaron la luz y se fundieron para ser de nuevo el todo por un momento. Todo tenía sentido ya no había pensamiento ni tampoco reflejo; solo un estruendo que destruía el tiempo.
Y allí estaban Gamma y Reflejo siendo solo uno con todo el universo.
Gracias a Aldebaran S por la foto.
*De esta obra de teatro se ha omitido el texto referente a la presentación de los personajes, emociones, entonación y estado de ánimo para que sea más sencilla su lectura.
Y me levanté en una explanada llena de lagartos; estaban todos tan hartos, muchos eran mancos y llenos de colores pardos.
Pero conocían la historia universal, esa que nunca de acabar, pues no tiene final: la forma se disolverá y la esencia quedará.
Y se abrió un claro en medio del contingente del que se desprendió la fuente con palabras en lengua ardiente:
“¿A qué tanto miedo? Ya has llegado a la puerta; siempre estuvo abierta por más que amaneciera; así que ya, entra.”
Y vi la llave del universo que en realidad estaba hueco; era como un cuento, una fábula o verso suelto; un gran destello que se deshacía en mis dedos. La luz permanecía y yo despertaba del sueño.
Y en la tierra reptil habló el gran lagartero: que se dieran las manos y abrazarían el fuego, y subirían por la escalera que tocaría el cielo, siempre claro, muy cerca del suelo.
Debajo de la cama hay un sonido que me atrapa, debajo de la cama hay un gnomo que contiene el sol, susurra y me pincha con sus zarpas; podría ser elfo, una araña o un maldito troll.
Canta y canta hasta que la luz se levanta, escondido bajo el somier como un faraón y me cuenta leyendas de lo más extrañas sobre el Olimpo, las Pléyades y Orión.
Y yo no pego ojo hasta que llega alba, con ese monstruo tan solemne y tan tenor que me confunde con todas esas cantatas, su risa histriónica y su si be mol.
Ya le oigo entre el colchón y las patas “No se duerma, no señor, que hoy tocan cuentos y otras leyendas sobre mil centauros y Quirón.”
Entonces se ríe el condenado: “No, no entorne los párpados, por favor que ahora viene el sueño magro ese, que es mucosa de caracol.”
Y vuelo sobre cien pantanos donde no hace frío, ni calor. Una especie de lago cristalizado más allá del último eslabón.
Y al amanecer miro debajo de las sábanas y del colchón, sin encontrar ni rastro, ni una nota, del duende cantor.
El olvido ha jugado su mano como un oscuro tejón, pero es solo un amago que retumba como un tambor.
De noche volverá el enano con las estrellas bajo su voz, para cantar a todas las soprano que habitan tras el edredón.
Gracias JVAstudio por la foto
Poema de hace unos meses… que ha visto hoy su publicación.
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