La ideología está caduca
La ideología hace tiempo que está caduca. Es un robusto armazón empedrado que estructura, incluso nos da cobijo cuando lo necesitamos, pero nos imposibilita ver el conjunto del bosque. Ya no hay derecha ni izquierda, ambos lados pugnan por un discurso articulado que prevalezca; sencillo, acérrimo, que te de sentido de pertenencia, que te haga gorjear cuando tus creencias son enaltecidas y validadas. Mucho menos hay sentido para los extremos cuyo único fin es derribar al contrario a bomba de misil, con hálito de mensaje incendiario, con una trágala póstuma de prorratas demasiado desgastadas. No, ya no necesitamos ideología; ya no necesitamos idearios tan inflexibles que calcifiquen nuestra forma de pensamiento, nuestra forma de sentir y de ver las cosas.
Lo que realmente ansiamos son medidas concretas y mucho diálogo, que la política salga del encalle de la frase a medida y la línea partidista, para que sea capaz de tomar decisiones consensuadas independientemente de que pudieran ser tildadas de pertenecer a un lado u otro. ¿Y qué importa el lado? Ya no quiero el slogan, ya no quiero negar al otro, ya no quiero palabras vacías e insípidas, ya no quiero la octavilla ni el membrete. Solo deseo la escucha activa, que las posturas se acerquen, que disminuya la escalada de tensión entre las formaciones, que la estructura piramidal no sea tan incorruptible. El problema de la anexión a un lado, el problema de la fusión a un epílogo es que nos hace negar todo lo que no postule o enarbole las posturas de ese lado. Ahí es donde comienza todo el lío y donde nuestro ego se hace fuerte, porque se crece, se embriaga y se nubla. La identidad es férrea, los esquemas están fijados y ya solo vemos como enemigos políticos a todos aquellos que no ondean nuestra bandera ideológica. Pero tras la bandera, incluso tras el brazo que la sostiene hay un ser humano con los mismos miedos y motivaciones que nosotros. ¿Y entonces para qué todo este tumultuoso desfile? Desvistámonos, quitémonos el traje estrecho y quejumbroso de la ideología, para poder acercarnos a las medidas necesarias, para poder mirar con mayor amplitud las posibilidades de decisión política desde diferentes puntos de vista. ¿Empatía como andamiaje político? ¿Empatía política? ¿Y por qué no? En estos tiempos de gran cambio y avance todo es posible… La ideología ya no prevalece, solo es un recuerdo borroso difuminado en el pasado.
Gracias a Shane Rounce por la foto.