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Mes: octubre 2018

La canción de Lacelor

La canción de Lacelor

I

Un vaso más…

Este néctar gustoso
te libra de la quema
pues hacer salir a los monstruos
de dentro de la cueva.

Porque son ellos los que se consumen,
debajo de las piedras,
entre el fuego y los horrores
ocultos tras las grietas.

Y me zambullí dentro…

Y allí me encontré a Lacelor,
rey de los horrores,
un monje redentor
y Amo de las fieras.

Su capa quemaba como el fuego
y sus manos goteaban sangre;
había sido coronado con cuernos
en un incendio que aún arde.

Y sus ojos rojos eran cristales
del alimento y de la carne,
que se clavaban en la manos
para saciar su hambre.

…Y desplegó sus fauces
para preguntarme,
con desdén y con sorna,
una razón para no abrasarme.

Entonces hablé…

“Lo blanco ya no es blanco,
ni lo negro es negro,
solo veo formas deambulando
por un fatídico decreto.”

“Pero las normas son solo eso,
rígidas estructuras que caen
por su propio peso.
Y yo, en mi cuadratura
todo lo veo feo.
Quiero beber de lo bueno,
yacer con doncellas
y sentir el sexo.
¿Pues no es la leche de la madre
la que hace el estruendo?
¿No es sino con los pies por delante
donde uno encuentra lo etéreo?
¿No es este mundo maligno
un simple boceto?
¿Cómo puedo combatir con mis juicios,
si no conozco el fuego eterno?

“Haces bien en venir,
simple criatura,
pues realmente no hay cura
para el mal de allá arriba.
Debes bañarte en el magma
y conocer el exceso
para ponerle freno.
¿Si no qué es la sangre,
más que un líquido superfluo,
que recorre tus venas
bajo el ritmo del asueto?…

II

…Este microcosmos tuyo
ya no mira al cielo
sino al mundo de las sombras
donde está el juego.

Siente el sonido de los puercos,
déjate ya de ruegos
y de hablar en hebreo,
zambúllete en la ciénaga
donde está el sexo.
Donde están las hordas
del clímax y el desconcierto.
No hallarás la paz en barbecho,
sino en la vulva
de un molusco abierto;
que te seduzca
y rompa tu vertebrado cerebro.
Esto supondrá un vuelco
entre las brumas,
los volcanes y los sueños;
que te quemará en el infierno
de las normas y los amuletos.
Y cuando estés quemado,
y solo seas ceniza
y un mísero recuerdo,
entonces serás libre
para pecar con esmero.

¿Pues no son los cuernos,
una corona de espinas
que se ponen los buenos?
¿No es el fuego del cuerpo
un estigma
del que se acusa a los malos?

Quémate, que se te derrita la carne,
que te duelan las manos,
que se te calcinen las ideas
pues con ellas desaparecerán las sombras
y se harán realidad
dejando tras de sí un muerto.”

“Lacelor, escucho tus cuitas
y tus ofensas
pero tengo miedo,
de perderme en el fuego,
de quemarme de lleno
en las piras del infierno.”

“A Lucifer lo inventó el hombre
para no ver el deseo ciego,
por no saber parar a tiempo
ante los mares del exceso.
Pero no puedes combatirlo
desde tan lejos,
tienes que bañarte en lava
y ser honesto.
Pues todos tenemos fantasmas
ante los que enloquecemos;
y se te zambulles en su néctar
y en su rojo apogeo,
quizás tengas la fuerza
para saborear el trueno
y controlar tu rabia
en cualquier momento.

Corre, pues la vida es un círculo
de calma y de fuego.
Una fogata que se retuerce
entre tus manos y los senos,
entre muslos carnosos,
entre la llama y el incienso.
No hay blanco ni negro.
Ni antídoto ni suero,
solo vida y conciencia
en todos los pueblos.
Así que mira, ve,
y no juzgues.
Pues el submundo
no está bajo tu pies,
en el subsuelo,
sino en tu mente,
en los retazos
de tus creencias
que confunden
lo obsceno
y te oprimen
como si
fuera
un
sueño.”


Gracias a tysmiha por la foto

Fin

Paseo por la sombra

Paseo por la sombra

Paseando iba por una pradera
cuando noté en mi alma mucha pena,
era quizás una persona ajena
o una mentira verdadera.

De esas que se guardan en la alacena,
bajo mas del mil condenas,
entre galeones y galeras,
allí donde duermen las sirenas
más a allá de las cavernas.

Pero me profirió una puñalada trapera,
por encima de la cadera;
un tajo de primera
de aquella mano puñetera.

Y yo me agarré la pechera
helado como una cubitera,
en esa noche de primavera
que se iba llenando de galernas.

Todo tembló…

Y entonces vi al nigromante
con su negro semblante,
lleno verdades inquietantes
y la mirada puesta en el alambre.

“¿Por qué me escondes bajo llave
y me haces pasar hambre?
¿No ves que esto es un nido de enjambres
que nunca evitará que te calmes?”

Yo no sabía que responder
pues ese ser se parecía a mí
o yo me parecía a él;
él con chaleco negro y yo carmesí.

“Ser negruzco y espeluznante
no sé que quiere que le hable,
prefiero que se mantenga distante
y me libere de este trance”

“Es sin duda objeto de la carne
morir por posible cuanto antes,
ya apenas te queda sangre
para ensuciar tan bonito traje.”

Y pareció reír durante largo periodo…

Y allí morí frente al arroyo
rebanado como un cerdo criollo,
cubierto de negro y rojo,
por haber mirado la vida solo con un ojo.


Gracias Johannes Plennio por la foto.

El dilema de Angelito

El dilema de Angelito

PARTE I

Luchaba contra dragones
entre castillos y torreones,
y cerca de la montaña
contra los malditos espectros de Fara,
que me atacaban con sus aguijones
y con aquellos sanguinarios gorriones,
que tenían mucha mala baba
y feas pústulas en la cara…

Pero todo cambió en un traspiés,
con una desafortunada postura,
que me hizo caer de la cama
para magullarme el torso y la espalda.

Y allí frente al espejo
solo veía un brote bermejo
que emanaba de mi pecho.
Entonces fruncí el cejo
y dejé mis juegos por completo,
incluso fuí a pedir consejo
hasta al Bar del tío Anselmo;
un viejo funesto,
además de sabio y poseso,
hechizado por un poder colérico.

Y allí le expliqué mis desventuras
y otras muchas escaramuzas
contra gigantes y brujas.
Incluso le enseñé la herida,
a ver si me suministraba cura,
pero el se mantuvo impertérrito
ante mis relatos y mis cuentos.
Y no por mi falta de bravura,
sino por mi elocuencia y locura,
hasta casi dejarme tieso
con su pánfilo decreto:
“Angelito ese rasguño tan pequeño
no admite duda,
vete corriendo al colegio
o te castigo hasta que seas viejo”

¡Menuda birria de precepto!
¿Y esa era toda la ayuda…?
¿Volver a ese centro de tortura?
Si aún me quedan batallas y luchas;
visitar a las hadas en la laguna
o conversar con elfos en la espesura.

Ni muerto.
Ni preso de la locura
vuelvo yo entre maestros;
esos druidas de altura,
con sus libros de texto
y sus relatos siniestros,
llenos de ecuaciones y teoremas,
amigos de microscopios y bacterias.

No,
pienso volar sobre el firmamento
y escuchar a las aves en concierto,
para coleccionar todas sus notas,
y meterlas en una bolsa
como si fueran piedras preciosas,
que abriré en el parque
para que todo el mundo se levanté.


Gracias a Sipa por la foto.

PARTE II

Y una voz cercana…

“Angelito, Angelito,
guarda tu espada y tus conjuras,
pues del metal solo quedan balas,
que ahora se disparan entre la bruma,
muy lejos de las dunas.

Vuelve ya al colegio
y aprende a Pareto,
y las leyes de la estructura,
pues todos tus versos
y tus canciones de aleluya
suenan a otro tiempo.

Vuelve ya a las asignaturas,
no ves que todo está medido
y apenas hay holgura
para los relatos de héroes
y las batallas de los reyes.
No montes más en corceles,
sino quieres acabar entre bedeles,
o lavando platos
en el más oscuro anonimato.

Vuelve ya a la cordura
pues las aves ya no tienen plumas,
ni de la seda queda ya su ruta.
Aprende de economía y de aranceles,
y haz todos los días los deberes.
Asume que los colores han perdido su tono,
en los árboles ya no hay gnomos,
y apenas hay voces en el coro.
Es la piedra la que canta en solo
y la mano del hombre la que ha matado al ogro.”

Angelito, escuchaba perplejo
el discurso de su vecino Demetrio,
lleno de sortilegios y tonterías,
pues ya no miraba con catalejo,
tan solo como un necio.
Escapado lejos de la infancia
y de los tiempos de la magia,
de todos los duendes y los arpegios,
los hechiceros y los sueños.

“Miras la vida como un ciego,
y gruñes como un tuerto.
No hay mundo sin pares,
ni países sin dos ciudades.
No magia sin forma,
ni pinceles sin acuarelas;
no hay dragones sin princesas,
ni ingenieros sin presas.
¿Es el juego contrario al esfuerzo?
¿Y el movimiento enemigo de lo quieto?

Ponte mallas de nuevo Demetrio;
y enfúndate tu lira.
Entona esas sonatas divinas,
a tus clientes y carabinas,
que hace tiempo que olvidaste.
Ya guarda en el armario tu traje
y toca de nuevo al abordaje,
como cuando eras un pirata
o un corsario de los mares.
Vístete de guerrero de una antigua orden
y enfréntate de nuevo a dragones…

…que yo volveré al colegio,
con mi sabana de caballero,
para estudiar con esmero
las leyes de la magia y el intelecto,
con una calculadora en una mano
y una espada en la otra.”


Gracias a AlbersHeinemann por la foto.

FIN

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