La historia del mono Tolingo
La historia del mono Tolingo
que tira piedras desde su tresillo,
de tarde en tarde juega al bingo
y si no se va juerga con sus amigos.
Desde su árbol juzga el mundo,
escondido como un chiquillo,
con sus aires de vagabundo
y sus orejas de soplillo.
Si le cuentas un chiste,
te dirá “mira no lo pillo”,
pero si le ensañas alpiste,
al momento, te sacará el colmillo.
Y es que dicen que este mono tiene malas pulgas,
que en otra vida fue una bandido
pues siempre anda perdido en mil diabluras
de alcoholes y cigarrillos.
Parece que una vez habló a la Luna,
después de atusarse el flequillo,
para preguntarle ya pasada la una
si le gustaba el pepinillo.
Y la luna quedó ofendida, claro
y le negó por siempre su brillo,
quedando de noche sin faro
por tan estúpido chascarrillo.
Y desde entonces protesta a lo oscuro
y se repite tanto como un grillo,
“Lunita, Lunita te lo juro, te lo juro,
perdóname que solo fue un descuido».
Pero ella sigue sin contestarle,
muda y velada como un armadillo,
pues no se fía de este primate
que sin duda se cree el más pillo.
“Pues a mí que me importa”,
grita con cara de pocos amigos
y parece que se le va salir la aorta
ante semejantes graznidos.
Y en la jungla ya no duerme ninguno:
ni las aves, ni los leones, ni los cocodrilos.
Y todos piensan, este mono tan capullo
debería haberse llamado Narciso.
Y ahora todos le imploran a la Luna
“Por fa, readmite a este mono pardillo,
así dejará de dar la turra
y todos volveremos al paraíso”
Y mientras ella se lo piensa
justo antes del rocío,
el vuelve a la gresca,
embriagado por ese aroma albino,
armado con su caña de pesca,
a ver si una mona le da cariño.
Y es que así es el mono Tolingo,
un primate ojeroso y barbilampiño,
que de tarde en tarde juega al bingo
y siempre que puede se va de vinos.
Gracias a WikiImages por la foto