Las hormigas del cielo
En el cielo habitan las hormigas
sin coraza ni cripta,
pues se habían desnudado
al subir por la cornisa.
Esa cornisa de los colores,
esa cornisa de la brisa,
que arremolina los azucenos
cuando suben hacia arriba.
Y allí se habían quedado
justo encima de las simas,
para mirar al horizonte
y sentarse de cuclillas.
Y contaban historias de trovadores
y otras leyendas muy íntimas,
mientras se reían a carcajadas
y en las espalda se hacían cosquillas.
Y entonces una le dijo a otra:
“Quita, quita, quita
que esto se va ir de madre
y pronto pasarás a las caricias.”
“Pero no hay nada de malo,
estamos sobre la ciudad de Pisa.
Aquí todo es inclinado
y ya no queda malicia.»
“Aunque el cielo es enredado
y las nubes son muy mullidas
No sé, si echarse un rato
resolverá este galimatías”
“Así haremos llover a cántaros
y bañaremos a las islas,
esas donde beben los pájaros
y se esconden las golondrinas.»
“Hormiga, hormiga, hormiga,
eres muy bonita,
casi me has convencido
con tanta pamplina.
Hablas como una lagartija
y me seduces con tus citas
pero para qué echar el vuelo
hacia nubes sibilinas.
Parecen palabras amigas
rellenas de nata y almíbar,
que se escuchan por la noche
al salir de las cantinas.
Pero también suenan a desenfreno
y a mucha adrenalina;
de esas que cantan como arpegios
y pican como ortigas.
No ves que estamos en el cielo
No ves que estamos aquí arriba;
ya no debería haber viento
pues estamos en el clímax.»
«Te confundes, hormiga,
al ser tan estricta
y colocar la cornisa
por encima de la vida.
No hay mayor mentira,
no hay mayor alquimia
que vivir en el cielo
y del todo ser cautiva.
Abre los ojos, querida hormiga,
y salta a la tierra
donde están todos los insectos
y los insecticidas.
Allí probarás la lascivia,
y otras delicias
y conocerás muchas colonias
que creías perdidas.
Y luego volverás al cielo
vestida de polilla
para estar de nuevo
junto a todas las hormigas.»
Poema a los patrones obsoletos
porque el cuándo, el cómo
y el quién son cosa mía.
Gracias a analogicus por la foto.